A contracorriente de lo veloz y lo efímero, este "clásico" de 1954 enfrenta el paso del tiempo dignamente. Meindert DeJong (1906-1991, premio Andersen, 1962), sitúa en una aldea de pescadores de Frisia la historia de cómo a partir de la semilla de un maestro se construye un sueño -ecologista, aunque entonces no se sabía-. El deseo de que las cigüeñas aniden en el pueblo pone en movimiento a los niños, que contagian su entusiasmo a los adultos; surgen así formas de colaboración que sacan a relucir lo mejor de cada uno. Toda la comunidad se implica, hasta los ancianos, cuya memoria y experiencia resultan cruciales. Las dificultades son muchas, pero entre todos las vencen.
Es ésta una novela coral, de relaciones entre personas y de las personas con el medio natural, en un entorno duro. Y enseña que cuando las relaciones se cuidan, todos se enriquecen y se logran los propósitos. Escrita atendiendo a los detalles, a un ritmo algo más lento de las obras actuales, merece la pena acomodarse a él para dejarse llevar a Shora, donde no anidaban las cigüeñas.