Image: Yo maldigo el río del tiempo

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Novela

Yo maldigo el río del tiempo

Pep Petterson

4 junio, 2010 02:00

Pep Petterson. Foto: Julián Martín

Traducción de Cristina Gómez. Mondadori. Barcelona, 2010. 216 páginas, 18'90 euros


Pep Petterson (Noruega, 1952) lleva toda su vida recorriendo los distintos caminos del mundo literario. Ha sido librero, crítico literario y traductor, antes de dedicarse exclusivamente a escribir, motivado por el éxito que obtuvo con su primer libro de relatos. Se dio a conocer en nuestro país con la magnífica novela Salir a robar caballos (2003) que ganó los dos principales galardones de su país: el Premio de Literatura de la Crítica Noruega y el de los Libreros al Mejor Libro del Año. Pep Petterson descubría en sus libros un estilo peculiar, artístico, cercano a la poesía.

Sin ser una segunda parte de su primera novela, la nueva obra de Petterson -Yo maldigo el río del tiempo- tiene que ver también con el paso del tiempo. Si bien en su anterior novela escuchábamos la voz de un adolescente, ahora es la de Arvid, un hombre de unos cuarenta años, que sufre una crisis existencial. Su mujer ya no le quiere y está a punto de divorciarse, diagnostican a su madre un cáncer terminal y cae el muro de Berlín, un golpe duro para el protagonista de ideas comunistas. Mientras Arvid viaja a Dinamarca para encontrarse con su madre, se irá cuestionando sobre el verdadero significado de unos acontecimientos que han ido marcando su vida y que no pudo controlar, como la preferencia que sintió siempre su madre por su hermano, fallecido hace seis años. El trauma de Arvid deriva de la falta de amor de esa mujer enferma de cáncer y luego de su esposa, que marcarán su destino para siempre.

La trama del libro es el discurso continuo del protagonista, que revive momentos de su vida y se pregunta por ellos. El texto fluye con una musicalidad y belleza propias de la lírica, avanzando ideas que no siempre tendrán significados evidentes. La historia esconde varias historias y salpica la orilla de un agua que podría convertirse en otros ríos. La trama convencional no existe en las novelas de Petterson. Avanza tan sutilmente que, a veces, parece detenido. Puede ocurrir que el lector experimente desasosiego, y es justamente lo que busca el narrador de Yo maldigo el río del tiempo. El malestar, la ansiedad, la angustia que experimenta el protagonista y que nosotros, de una manera u otra, estamos destinados a vivir.