Image: La última noche en Twisted River

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Novela

La última noche en Twisted River

John Irving

11 junio, 2010 02:00

John Irving. Foto: Domenec Umbert

Trad. de Carlos Milla Soler. Tusquets. Barcelona, 2010. 660 páginas, 26 euros


Las novelas de John Irving (Exeter, New Hampshire, EE.UU, 1942) alcanzan el éxito de los superventas al tiempo que la crítica elogia su calidad literaria. El número de páginas asusta, pero la lectura de unas pocas capta indefectiblemente el interés. Sus libros siempre ofrecen amplios panoramas de la vida norteamericana, que reflejan la inmensidad del país y su diversidad social. El narrador posee un corazón novelesco sensibilizado a los mitos americanos, la defensa de la libertad individual, inexorablemente unida a las armas, la ambición de poder, los grandes negocios, que permiten ir de pobre a rico en media vida, y el vivir cerca de la naturaleza. Nunca falta tampoco una intriga, un misterio que atraviesa el argumento elaborado con minuciosidad, y que lleva a un desenlace inevitable. John Irving, en esta ocasión ha conseguido un éxito rotundo, semejante a El mundo según Garp (1976), quizás su mejor novela.

Los personajes testigos del accidente inicial, dos adultos, un niño y la víctima, un adolescente, estarán presentes a lo largo de la historia, encontrándose a cada momento y haciendo carambolas perfectas que acaban por constituir esta novela balada. La acción ocurre en Twisted River, un lugarejo al noreste de EE.UU, en 1954. "El joven canadiense, que tendría a lo sumo quince años, había vacilado más de la cuenta" (pág. 17), y se cae entre los troncos que navegan río abajo. Muere ahogado, y en sus bolsillos encontrarán la evidencia de que no era canadiense ni se llamaba Angel Pope, sino que se trataba de un italoamericano de Boston huido de su casa. Ya lo sospechaban quienes le acogieron en el campamento de madereros, los testigos, el cocinero, Dominic Baciagalupo y su hijo Danny, de 12 años, junto a su inseparable amigo, el montaraz Ketchum.

Cada personaje tiene, como el ahogado, un pasado oculto que le persigue y determina su conducta. El cocinero Dominic es cojo, y gracias a su madre, que además de las letras le enseñó a cocinar, resulta un profesional estupendo. El momento crucial de esta primera parte de la novela tiene lugar cuando Danny escucha un ruido en el dormitorio de su padre, y creyendo oír a un oso, agarra una sartén y golpea a la supuesta bestia, que es en realidad se trataba una enorme mujer india amante del padre. El cocinero decide de inmediato llevar a la muerta a su domicilio, para que la encuentre su pareja, el alguacil Carl, alcohólico y abusador de mujeres. Piensan que el indeseable creerá que la mató durante una borrachera y no lo recordará. Así sucede, y por eso, por si las moscas, el alguacil la entierra en secreto; años después otra amante le confiesa la verdad de los hechos, e iniciara una incansable búsqueda de los culpables.

Dominic Baciagalupo y su hijo Danny huyen y buscan refugio en la comunidad italiana de Boston, adonde llegan el año 1967. El padre consigue trabajo de cocinero y se hace amante de Carmela, la madre del ahogado Angel. Danny logra una beca para un excelente colegio privado, Exeter, y luego va a la universidad, donde comienza a destacar como escritor. Una alocada se presta a que le haga un bombo, el hijo Joe, para librarse de ir a la guerra de Vietnam. Tras el éxito de su primera novela consigue un puesto de profesor en Vermont, tercer escenario, y estamos ya en 1983. Los éxitos literarios le permiten vivir de la pluma, firma sus novelas con el pseudónimo de Danny Angel. Tras Vermont, los encontraremos en Toronto (2000), donde ocasionalmente les visita Joe y Ketchum cada Navidad. Las carambolas se multiplican, y poco a poco las situaciones novelescas empiezan a encajar, hasta que el disparo de un Colt y de un rifle Winchester conduce el relato hacia su final. Entonces, Danny, laureado escritor, comienza a escribir la novela con la frase citada al commienzo.