Image: Maravilla en el País de las Alicias

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Novela

Maravilla en el País de las Alicias

Antonio Altarriba

25 junio, 2010 02:00

Antonio Altarriba. Foto: Nuria González

Tusquets. Barcelona, 2010. 200 páginas, 14 euros

Antonio Altarriba (Zaragoza, 1952), finalista del premio La Sonrisa Vertical con Cuerpos entretejidos (1996) y autor de ensayos sobre literatura erótica, renueva su incursión en este género con las cuatro narraciones incluidas en Maravilla en el país de las Alicias. En ellas hay un diálogo creativo con textos literarios muy conocidos pertenecientes a distintas épocas, desde la Grecia clásica en la Odisea y el mundo oriental de Las mil y una noches hasta los albores de la ciencia ficción en Frankenstein y la Inglaterra victoriana en Alicia en el país de las maravillas. Las cuatro están relacionadas por vínculos que dan cierta unidad al conjunto, como el predominio del erotismo, además de la indagación en otras vías del amor (Penélope), en el placer de contar y el sexo (Sherezade), en la muerte, el sexo y la vida (Frankenstein) y en la transformación de Alicia.

El cuarteto se abre con El telar de Penélope, que ofrece una recreación erótica de la espera de la protagonista, acosada por los pretendientes, que aspiran a acceder a su cama y al reinado de Ítaca. Con la Odisea como hipotexto, el autor ha imaginado una Penélope que utiliza sus artes de seducción, inteligencia e intriga para construir un hermoso relato erótico de creciente intensidad climática en el cual resulta reivindicada la figura de la mujer que supera su soledad para descubrir el placer en el éxtasis amoroso final.

Algo semejante se realiza en Los mil y un días de Sherezade, recreación de la aventura erótico-narrativa de la protagonista de la célebre colección de cuentos oriental. En una época de esplendor de Bagdad en tiempos del califa Shariar se extiende la afición al cruce de artes y conocimientos, como el arte de contar y el placer del sexo. Ambos pueden llevar a la excitación tanto de rapsodas como de oyentes capaces de conectar los gozos de la carne y los del espíritu. En este ambiente creció Sherezade, que se ejercitó en el hechizo verbal de la narración y en el sexo hasta hacer coincidir ambos placeres en el éxtasis final. Con ello se completa un emotivo canto al poderío de la narración. Y también aquí la mujer protagonista alcanza su plenitud a medida que "el relato de la aventura se convertía en la aventura del relato y, al mismo tiempo que descubría la historia, se descubría a sí misma" (pág. 90).

Del arte de contar ficciones pasamos a la obsesión por crear vida en Frankenstein y la electricidad, tal vez la menos lograda, pero con interés en el intento del joven científico por suplantar a Dios haciendo valer su voluntad demiúrgica en la creación de un nuevo ser modélico.

El cuarteto se cierra con Maravilla en el país de las Alicias, fantástica recreación de la imaginaria transformación de la protagonista inventada por Lewis Carroll en una joven que, tras la humillación sufrida en la familia de los Cheshire, es iniciada en los misterios del erotismo, cuyos poderes, junto con las artes mágicas aprendidas de su creador, le permiten convertirse en una empresaria de fortuna y, sobre todo, en una mujer nueva y dueña de su destino. Lo cual es un logro común en las tres protagonistas de sus respectivos relatos.