Image: El reclamo

Image: El reclamo

Novela

El reclamo

Raúl del Pozo

15 abril, 2011 02:00

Raúl del Pozo. Foto: Antonio Heredia

Premio Primavera. Espasa. 245 páginas. 20'90 euros


Raúl del Pozo (Mariana, Cuenca, 1936) ha publicado media docena de novelas, aunque esta vertiente de su labor es seguramente menos reconocida que sus contribuciones como periodista y columnista. No es extraño. La presencia cotidiana en la prensa y en los medios de comunicación se impone sobre cualquier otra actividad, y a menudo la relega, no siempre con justicia. El reclamo es, aparentemente, una novela acerca de las partidas de guerrilleros o maquis que operaron entre las provincias de Cuenca y Teruel poco después de la guerra civil. Nos hallamos, pues, en la misma línea temática de la reciente novela de Alicia Giménez Bartlett Donde nadie te encuentre, o en las más lejanas de Justo Vila (La agonía del Búho Chico) y Julio Llamazares (Luna de lobos), entre otros relatos menos conocidos.

Pero el planteamiento de Raúl del Pozo es muy diferente, porque su novela es, más que la reconstrucción de unos hechos históricos, un buceo en la memoria personal y una reflexión melancólica e intensa acerca del paso del tiempo. Para ello se ha creado un marco narrativo adecuado: el narrador, un antiguo guerrillero que pudo escapar de España y vivió también experiencias duras en los países del Este, ha acabado refugiándose a orillas del Paraná, donde lo localiza un investigador que trata de reconstruir la historia de aquella partida y le ofrece viajar a España para orientar sus pesquisas. De este modo, el historiador se familiarizará con el lugar de los hechos y podrá estudiarlos sobre el terreno; para el narrador, en cambio, el regreso es un retorno a los años de su niñez y de su adolescencia, un reencuentro con los paisajes rurales en que se crió -que son también los del autor de la novela, lo que refuerza la autenticidad de las evocaciones- y una reviviscencia de olores, colores, sensaciones, juegos infantiles, celebraciones populares, todo ello anotado con la minucia y la emoción de los recuerdos indelebles. Fórmulas como "me vienen a la mente aquellos días, a medida que avanzamos hacia la aldea" (p. 127) o "vuelven a mi recuerdo, a medida que me voy metiendo en el paisaje, las piquetas de los gallos, los aromáticos tomillos…" (p. 138), subrayan el carácter fuertemente rememorativo del relato, su aproximación a modelos en que la faceta narrativa es tan sólo un instrumento para plasmar, potenciándolas con el poder de la palabra, emociones pretéritas, como los Souvenirs d'enfance et de jeunesse, de Renan, o los Recuerdos de niñez y de mocedad, de Unamuno.

Junto a esto, la reconstrucción de los tipos de la partida o de gentes relacionadas con ella -el Manco, Grande, Bazoka, Bernardino, Bautista- tiene un carácter en cierto modo secundario, e incluso la sorpresa que remata la búsqueda de Gafitas sólo sirve para recalcar que la barbarie, la deslealtad y la traición fueron comportamientos habituales en los dos bandos contendientes, y que todas las guerras acaban siendo inútiles. Irene Gretkowska, la esposa polaca del narrador, que sufrió en su juventud la dictadura soviética y "luchó contra las colas y la policía secreta, contra el racionamiento y la miseria", comprueba ahora, en su viaje por España, "que, en realidad, luchaba para que haya muchas paisanas en el puticlub […] y en los pueblos y ciudades cuidando ancianos" (p. 225).

Esta mirada hacia el pasado, madura y serena, que mezcla la melancolía por el tiempo perdido con el desencanto frente a la inanidad de muchas cosas antaño valoradas, constituye lo más valioso y personal de la novela -sin duda la mejor de las publicadas por Raúl del Pozo-, cuya escritura, por lo general sobria, busca una precisión léxica en la denominación de objetos, plantas o accidentes topográficos que permite recobrar vocablos hoy poco usuales o aplastados por el avance imparable del español televisivo y unificador. Apenas se percibe algún desliz de moda ("volveremos en una hora", p. 44), alguna concordancia errónea ("ella […] es de las que puso la cruz en los astilleros", p. 53) y alguna leve incongruencia ("ojos de católica", pp. 23, 28; o la afirmación de que a los jubilados de un partido político "se les nota su militancia porque tienen el cabello más blanco que el resto", p. 176).

PALABRA DE AUTOR

- Afronta un tema "de moda" en la literatura actual. ¿Qué le llevó al maquis?

- No es exactamente una novela de maquis. La guerrilla es una coartada para recobrar el tiempo. Los personajes no son sólo los de las partidas, sino el río, los furtivos, la brisa de un paisaje de juventud, la vuelta a los Campos Elíseos, a las aventuras de un adolescente en una España que olía a pólvora.

-¿Le complicó la documentación?

-La documentación no es excesiva, pero en la novela se manejan datos históricos precisos.

-¿De qué se ufana más, de sus columnas o de sus novelas?

-No me ufano de nada, la vanidad es un síntoma de arteriosclerosis. Me apasiona el oficio y pongo tanta ilusión ante una columna como ante una novela. El caso es siempre contar historias.