Image: Viaje de invierno

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Novela

Viaje de invierno

Amelie Nothomb

24 junio, 2011 02:00

Amelie Nothomb

Traducción de Sergi Pàmies. Anagrama. Barcelona, 2011. 119 páginas, 17 euros.


Algunos adoran a su escritora, otros la detestan. Pero hay que reconocer que Amelie Nothomb (Kobe, Japón, 1967) tiene talento a la hora de escribir. Textos dinámicos, eruditos, redactados con un vocabulario preciso, historias raras, absurdas, personajes estrambóticos sobre los que su creadora insiste en que están calcados de la realidad. Los dibuja con rasgos extremos que van desde una belleza sin igual a verdaderos monstruos. En cuanto empezamos una novela, nos atrapa en su estrambótico universo de sombrero de punta y labios colorados. Con Estupor y temblores (1999) ganó el Gran Premio de Novela de la Academia Francesa y fue llevada al cine por Alain Corneau en 2003. Le han seguido Metafísica de los tubos, Diccionario de nombres propios, o Ni de Eva ni de Adán, por solo citar unos pocos.

Viaje de invierno es una historia de amor de un asesino por culpa del amor. Zoilo es un empleado de EDF-GDF, traductor de la Odisea en sus ratos libres, que en el arranque de la novela está a punto de hacer estallar un avión. Pero no se considera un terrorista. De hecho, Zoilo es bastante pacífico. Un día va a visitar a dos extrañas mujeres que viven muertas de frío sin calefacción. Se enamora locamente de la bella Astrolabio, que vive para cuidar a Aliénor, una novelista repugnante pero con éxito, enferma de un peculiar autismo, "la enfermedad del Pneu" (o de la rueda), y que tiene que estar presente en todos los encuentros amorosos de la pareja. Otro día, para poder acercarse a la glacial Astrolabio, Zoilo dará a las mujeres unos champiñones alucinógenos.

La novela es desconcertante. Nothomb se aleja esta vez de su autobiografía para dar vida a unos personajes que incluso en la belleza resultan esperpénticos. Su escritura engancha como una droga: "Enamorarse en invierno no es una buena idea. Los síntomas son más sublimes y más dolorosos. La perfecta luz de frío estimula el deleite sombrío de la espera. Los escalofríos realzan el desasosiego. Quien se enamora por Santa Lucía se expone a tres meses de temblores patológicos" (pág. 55). Fragmento de enorme lirismo, simbólico, capaz de bascular hacia lo absurdo, en el que la escritora demuestra su talento.