Image: Un hombre enamorado

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Novela

Un hombre enamorado

Martin Walser

15 julio, 2011 02:00

Martin Walser. Foto: Jorge Moreno

Traducción de Carles Andreu. Destino. Barcelona, 2011. 300 pp, 18'50 euros.


Los esfuerzos por naturalizar la literatura como un arte separado de la vida y de la verdad por el papa de la crítica alemana Marcel Reich-Ranicki en su afamado programa de la televisión, El CuartetoLiterario (1988-2001), fueron valientemente confrontados por Martin Walser (Wasseburg, 1927), uno de los intelectuales más respetados de su país, en su novela Muerte de un crítico (2002), calificada por los afectos al comentarista de antisemita. La obra presente del gran narrador alemán testimonia de nuevo que la calidad literaria reside en esa mezcla de talento expresivo y de habilidad formal para presentar un tema, en este caso una historia con larga tradición, el amor del viejo por la niña. El suscitado por la joven Ulrike von Levetzow de 19 años en el Wolfgang Goethe de 73. Nuestro autor aborda el tema del amor desde su doble cara, la mezcla de atractivo físico y de sentimiento espiritual. La experiencia enseña que el hombre mayor se frustra cuando reconoce que los vigorosos brotes del afecto amoroso no vienen acompañados de la fuerza corporal juvenil, mientras la mujer joven que se siente atraída por la riqueza de un espíritu culto, permane asimismo susceptible a la seducción ejercida por un físico vital.

Walser sigue a Gabriel García Márquez y a Philip Roth, entre otros, quienes se ocuparon también del tema de las relaciones de parejas con grandes diferencias de edad, intentando recrear los sentimientos, la variedad de las emociones despertadas en un refinado espíritu maduro. Escogió con buen tino la figura de Goethe, cuya vida transcurrió a caballo entre el siglo XVIII y el XIX, el momento cuando la galantería en el trato amoroso llegaba a su apogeo, antes de que el realismo y el naturalismo subrayaran los aspectos sexuales, abundando en el recuento de adulterios, violaciones y demás, con una crudeza que ofendería a los idealistas. La acción se sitúa en el famoso balneario de Marienbad, en cuyas aguas termales el anciano escritor acude en busca de cura, y que luego inmortalizaría en un conocido poema. Allí se vieron Ulrike y Goethe. Walser lo cuenta magistralmente en la frase inicial de la obra: "Cuando él la vio, ella ya lo había visto. Cuando sus ojos la alcanzaron, ella ya lo estaba mirando. Sucedió en la fuente de Kreuzbrunnen a las cinco de la tarde del 11 de junio de 1823."

El argumento de la obra enlaza los encuentros entre los dos protagonistas, rodeados de sus familiares y amigos en un exquisito escenario social. Goethe fue un hombre respetado, consejero de estado de monarcas, y uno de los últimos humanistas, interesado en las letras y en las ciencias. Ulrike era una joven noble, educada en el trato social, cuya belleza y condición familiar la hacen atractiva para los jóvenes de las altas esferas. El hombre ilustra la corteja sin ambages, y sus aperturas son recibidas con cortesía y buenas maneras, pero sus ofrecimientos, incluido el de matrimonio, dejados de lado. Walser relata con maestría cada movimiento sentimental de Goethe, sus anhelos, sus recuerdos y anticipaciones de futuros encuentros con la joven.

Ulrike y sus hermanas no son muchachas nobles cuyo único mérito es servir de percha a los adornos de su clase, sino que poseen sensibilidad y una despierta inteligencia, manifiesta en un lenguaje telegráfico propio. Enamorarse de ellas tiene sentido. Goethe además se ve estupendamente para su edad, distinguido, elegante, en verdad atractivo. Brilla incluso cuando ataviado con sus mejores galas, manteniéndose derecho, baila con la joven y gira ágil al son de la música, en uno de los momentos culminantes de la novela. Sin embargo, el esfuerzo del hombre mayor lo paga cuando al terminar la fatiga le hace dar un traspiés y aparece como lo que es, un hombre entrado en años.

El lector apreciará, cuando el mercadeo de libros, el ruido político y los posmodernismos enturbian el valor de la cultura, la expresión directa de Walser, dirigida a abaordar un tema con claridad, el deseo del hommbre de seguir siéndolo por la fuerza del espíritu cuando la parte corporal de su identidad empieza su deterioro fisiológico.