Novela

Noir

Robert Coover

27 abril, 2012 02:00

Robert Coover. Foto: Santi Cogolludo

Traducción de Benito Gómez Ibáñez. Galaxia Gutenberg, Barcelona, 2012. 152 páginas. 18 euros

Abanderado de la vieja generación posmoderna norteamericana, aquella en la que militaron Kurt Vonnegut, Richard Brautigan y otros tantos nombres de prosa suculenta y delirante, Robert Coover (Charles City, 1932) es sin duda el más valiente de todos ellos. Autor de una decena de impactantes novelas en perpetua mutación, siniestros y retorcidos cuentos de hadas capaces de avanzar en todas direcciones, Coover se ha mantenido fiel a su estilo caníbal, que aún hoy, cuando el resto de sus atrevidos colegas de generación ha desaparecido y cumplidos ya los 80 años, mantiene intacto.

Teniendo en cuenta su pasión por subvertir lo establecido, era raro que no se hubiera atrevido aún con la novela negra. Pero al fin lo ha hecho. Noir es un campo de juegos exquisitamente metaliterario (en el sentido en que son metaliterarias las historias de Coover, no tiene nada que ver con referencias sino más bien con la acción, la trama, que se construye/destruye ante los ojos del lector, como si fuese un muñeco de barro fresco que puede tomar ahora una forma y páginas después otra muy distinta), en muchos sentidos absurdo, paranoico y caníbal (pues el caso en el que se ve envuelto el protagonista toma por momentos la apariencia de una fantasmagoría dispuesta a devorar a aquel que la ha creado, como si de repente, el conejo que ha salido de la chistera pudiera comerse el sombrero y también al mago).

Su protagonista, Philip M. Noir, una versión patosa y siempre a punto para el exhibicionismo de Philip Marlowe, ha sido contratado por una viuda para investigar el paradero de un tal Baranda, que ella sospecha culpable de la muerte de su marido. Pero justo cuando empieza a investigar, la viuda muere, su cadáver desaparece, y Noir se convierte en el principal sospechoso de su muerte y de la otros seis personajes más, incluida una prostituta que empezó siendo el panel de mensajes de dos jefes yakuza y acabó convertida en documento de consulta en una biblioteca pública. Embutido en su viejo traje negro de rayas, Noir intenta sobrevivir a su propia imaginación y a infantiles intentos de persecución que nunca acaban bien. O que, simplemente, nunca acaban. Porque en una historia de Robert Coover nada es lo que parece. Y, como subidos a una especie de carrusel maldito, sus personajes (siempre grotescos) salen disparados (como la historia) en todas direcciones. Una vez más, Coover se muestra tan inteligente, brillante y caótico como lo es su agudo (y mortífero) sentido del humor.