Image: Morirás mañana

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Novela

Morirás mañana

Jaime Bayly

25 mayo, 2012 02:00

Jaime Baily. Foto: Enrique Calvo

Alfaguara. Madrid, 2012. 480 páginas. 19'50 euros

En esta trilogía de la venganza y de amores que, literalmente, matan, cuenta Jaime Bayly (Lima, Perú, 1965) las andanzas de un escritor de éxito, cercano a la cincuentena, que, tras recibir la noticia de que apenas le quedan seis meses de vida, se entrega al impulso de asesinar a aquellas personas que de verdad ha odiado en su tiempo de vida. Esta "misión redentora" de ofensas sufridas, que en principio iba a limitarse a sus compatriotas peruanos, se extenderá por determinados azares también a Chile y Argentina, a lo largo de las casi quinientas páginas de las tres novelas que conforman el libro: "El escritor sale a matar", "El misterio de Alma Rossi" y "Escupirán sobre mi tumba".

La conseguida figura de Alma Rossi, gran e imposible amor/musa del protagonista, encenderá, en la estela de Bolaño, las páginas de un libro en el que ambos personajes juegan al gato y al ratón, al cazador cazado, entre el deseo y el odio, por buena parte de la geografía de Sudamérica. Entretanto los asesinatos en serie suman hacia la quincena (críticos literarios, escritores pedantes, corruptos jurados de premio, directores de periódico, editores sin escrúpulos, ejecutivos y presentadores de televisión latinoamericana, gays de farándula, libreras despechadas, dueños de restaurante de moda, vecinos molestos…). Un logro de esta novela es esa colección de arquetipos más que verosímiles donde uno cree adivinar personajes reales.

En Morirás mañana Bayly hace honor a su sólida fama de salvaje, irreverente y divertido. Fustiga el egocentrismo impenitente de la fauna cultural o la defectuosa manera de ser de peruanos y chilenos (los argentinos y uruguayos salen mejor parados) valiéndose de un tono de diatriba bernhardiana, que él sabe aderezar, no con solemnidad austriaca sino con su particular chispa y gracia, algo que va más allá del humor cáustico o del ácido que vierte sin piedad sobre los estamentos policiales, eclesiásticos o periodísticos. Las entretenidas y vibrantes idas y venidas de este escritor devenido matarife de "crímenes terapéuticos" no agotan un logrado texto que sabe retratar hasta qué punto el ego y la vanidad son la gran enfermedad y el talón de Aquiles de los escritores y del mundo de la cultura. "Digamos la verdad: el escritor no trabaja cuando escribe, sino que celebra su existencia y erige un pequeño monumento hecho con palabras en honor a sí mismo… todo escritor es, por definición, un haragán y un ególatra, un rendido admirador de sí mismo".

El narrador se ceba especialmente con aquellos escritores "impostados", que no escriben por necesidad expresiva sino por deseos inmoderados de dinero y prestigio social. Más allá de la sátira y la intensa acción, la obra se sostiene sola por su buena escritura y gran montaje. Queda espacio para descripciones de una gran belleza poética y, sobre todo, para que crezca ante los ojos del lector una gran y dolorosa historia de amor por la distinguida, bella, esquiva e inhumana Alma Rossi, "una mujer de muchos pliegues, de infinitas capas y texturas, un misterio dentro de un enigma dentro de un acertijo".