Image: Democracia

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Novela

Democracia

Pablo Gutiérrez

2 noviembre, 2012 01:00

Pablo Gutiérrez

Seix Barral. Barcelona, 2012. 240 pp. 17 euros. Ebook.: 11'39 e.

Existen varios rasgos muy marcados en la producción narrativa, hasta ahora breve, de Pablo Gutiérrez (Huelva, 1978): una escritura imaginativa, próxima a la caricatura y el sarcasmo, que no rehúye deformaciones y juegos gráficos (como ciertas mayúsculas personificadoras, o bien palabras tachadas para subrayar conceptos luego disfrazados con términos ennoblecedores); una mirada crítica a los problemas actuales; un ritmo narrativo, a menudo vertiginoso, que maneja personajes y situaciones con referencias y analogías continuas a tipos y peripecias de la cultura popular (el cómic, algunas series televisivas, marcas publicitarias, videojuegos), que no excluyen, sin embargo, en el caso de Democracia, citas de pensadores (desde Confucio hasta Popper, entre otros) y de poetas como Rubén Darío y Pedro Salinas.

La historia medular -porque muchos elementos secundarios se entrecruzan y serpentean a lo largo del relato- es la de un joven; Marco, excepcionalmente dotado para el dibujo, que trabaja como diseñador para una empresa de construcción hasta que la quiebra de Lehman Brothers y los desmoronamientos inmediatos en algunos sectores productivos lo arrojan al paro. Esto acaba por deteriorar su convivencia con Julia hasta destruirla, y no corre mejor suerte el director general de la empresa, "caballista en su Lambretta, portador de anillo de sello y camisas a medida […], cabello de surfista como peluca de Playmobil" (p. 20). Arrojado a la sima del paro, Marco sólo piensa en decorar muros y aceras de la ciudad con dibujos, versos y leyendas, en una acción que pronto gana popularidad a pesar de los esfuerzos que realizan los servicios de limpieza por borrar las creaciones del anónimo grafitero.

Nos acercamos de este modo a un mundo originariamente marginal sublimado por el talento -como sucede entre nosotros con las pintadas de Batania recogidas en Neorrabioso-, y de ahí al encuentro de Marco con tres pintorescos personajes, especializados en animar cualquier manifestación antisistema, lo que da lugar a varias jocosas y brillantes páginas que narran los encuentros entre fuerzas antidisturbios y gentes que, distribuidas entre la multitud de manifestantes, utilizan tirachinas para lanzar piedras y tornillos contra los agentes y enardecer la confrontación, vistos todos ellos, sin embargo, como "personajes de videojuego" (p. 181). La caricatura de "la pareja cómica del altermundismo" (p. 173), con ribetes esperpénticos, no tiene desperdicio y dice mucho de la capacidad expresiva del autor, lo mismo que otras escenas, como el accidente del director general en el "Mario Bros Racing", que acaba con los "cromados esparcidos como figuras de mahjong" y "una pierna loncheada por el guardarraíl" (p. 204).

Esto es algo de lo mucho bueno que puede señalarse en Democracia. Pero también hay que subrayar una serie de notables insuficiencias. Puesto que la crisis económica se halla en el origen de todo, el autor ha creído necesario ir desarrollando paralelamente todo lo referente a la quiebra de Lehman Brothers y ha erigido en personaje central de muchas páginas a Georges Soros, el financiero de origen húngaro cuya vida es aquí desgranada con detalle, dañando la fluencia de lo que llamaremos relato principal. El propósito del autor era nítido, y se cumple: al final, de forma paralela, Soros hallará un nuevo tiburón financiero con el que engendrar nuevas formas de especulación, y Marco, por su parte, proseguirá sin desmayo con sus pintadas nocturnas en el empeño -condenado al fracaso- de crear la Ciudad Nueva, un mundo más habitable y menos sórdido. Pero el desequilibrio en el tratamiento de los dos planos de la historia, incluso en el tono de la narración, es nocivo para el conjunto de la composición, y anula en parte los hallazgos expresivos e imaginativos del discurso agudo y desenfadado de Pablo Gutiérrez que brillan en un buen número de páginas.

Necesitamos novelas así, con una mirada satírica a la actualidad que no establezca distinciones tajantes entre buenos y malos -porque los estafadores no son muy diferentes de los estafados, a quienes espolea el afán del enriquecimiento fácil y sin esfuerzo-, pero compuestas con más solidez, a fin de su huella entre nosotros no se reduzca al aroma de unos cuantos pasajes sobresalientes.

Palabra de autor

-¿Lehman Brothers fue la fractura biográfica de su generación?

-No exactamente, pero sí es cierto que esta crisis necesita un relato para enfrentar el desconcierto y todo relato requiere un comienzo. Digamos que la caída de Lehman fue el meteorito de nuestra generación.

-Su protagonista, Marco, reacciona pintando versos en las paredes. ¿Pablo Gutiérrez lo hace escribiendo esta novela?

-Claro. Y también desde su misma desorientación e incertidumbre. Buscaba al escribir Democracia una suerte de armonía personal que, al final, sólo ha logrado mi protagonista, porque yo sigo con el mismo cabreo que tenía al empezar.