Image: Hace cuarenta años

Image: Hace cuarenta años

Novela

Hace cuarenta años

Maria Van Rysselberghe

18 enero, 2013 01:00

Maria, por Theo Van Rysselberghe

Traducción de Regina López. Errata Naturae, 2012. 85 páginas. 12'90 euros


Maria Van Rysselberghe (Bruselas, 1866 -Cabris, Alpes marítimos, 1959) estaba casada con el pintor Théo Van Rysselberghe y fue a través de él como entró en contacto con los círculos intelectuales de Europa. Amiga íntima de Gide -con quien su hija tuvo un niño-, fue la autora de los 19 cuadernos que relatan la vida de este novelista, entre 1918 y 1951.

Basado en un hecho real, Hace cuarenta años es la historia de amor de la protagonista y narradora, Maria, con Hubert, que fue en realidad el poeta flamenco Emile Verhaeren. Con una trama escasa, narra los días que los personajes pasan en una playa del norte, donde viven una historia de amor al que no se entregarán para no hacer daño a sus matrimonios respectivos.

Esta secreta historia de amor tardó 40 años en ser contada. Historias de amor las ha habido siempre, pero diría que el interés de este relato recala en esa voz femenina que pone palabras a los sentimientos de dos personajes consumados por el amor y al que deciden no ceder. Es, desde luego, una historia literaria. El amor de estos personajes sigue los ritmos marcados por los libros que abren al azar, poemas de Baudelaire y del propio Verhaeren. El azar es fundamental en el relato pues corrobora el deseo de los protagonistas de no seguir sus impulsos. "No somos dueños de nuestros corazones pero sí de nuestros actos", dirá Hubert en un momento de la narración. Por eso, los textos que leen y que apoyan su amor, los momentos que pasan juntos, no fueron provocados por ellos sino que fue la vida que les permitió vivir este amor.

El libro lo cierra un epílogo de Natalia Zarco con un análisis del relato interesante, en el que hace hincapié en que este amor no consumado quizá tenga más probabilidades de sobrevivir que el que se rinde al deseo. Es lícito preguntarse si un amor así, imaginado, existió en verdad. Concluyo con las palabras de Zarco: "Para mi la vida tuvo esa intensidad ardiente que habita en todo lo inconfesable".