Image: El cuarto de las estrellas

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Novela

El cuarto de las estrellas

José Antonio Garriga Vela.

7 marzo, 2014 01:00

José Antonio Garriga Vela. Foto: Jesús Domínguez

Siruela, Madrid, 2014. 165 páginas, 15,95 euros. Ebook: 8,99 euros

He aquí un ejemplo de excelente relato construido con materiales mínimos que incluso podrían calificarse de pobres. José Antonio Garriga Vela (Barcelona, 1954) continúa en la línea de sus obras anteriores, en que la exploración de los recovecos de la intimidad convertía a menudo sus páginas en discursos solipsistas y la literatura en forma de conocimiento y sostén del círculo personal. El narrador, que ha perdido momentáneamente la memoria de hechos cercanos a consecuencia de un accidente, vuelve al lugar de su infancia para intentar reconstruir el origen de su propia identidad. "Desde que salí del hospital regreso constantemente a la infancia" (p. 147), confiesa. Pero en esos recuerdos se sitúan primordialmente los padres y un amigo común de ambos, Javier Cisneros.

El relato va convirtiéndose poco a poco en una indagación acerca de ellos, de sus extrañas relaciones, de la historia sentimental entre la madre y el Polaco, del dramático final de éste -no aclarado por completo hasta las últimas páginas- y de la desdicha y la culpa que persiguen a los padres por un pasado que sólo ahora el narrador comienza a desentrañar al reavivar recuerdos cuyo significado permanecía velado por la insuficiencia de la mirada infantil. La identificación progresiva con el padre va dando sentido a gestos, actitudes y hechos que ayudan a rehacer la historia de unas vidas. Hay un pasaje clave en las reflexiones del narrador que aclara este proceso: "Tengo la sensación de haber usurpado la personalidad de mis padres, como si me dedicara a suplantar sus vidas para satisfacer los deseos. Igual que si rodara una nueva versión de la película que reproduce la historia de mi familia. Sin memoria no somos nada" (p. 118). La memoria, en efecto, no sólo contribuye decisivamente a preservar el recuerdo de las cosas después de su inevitable desaparición, sino que es un ingrediente fundamental en la constitución de la personalidad. Nos hallamos en el centro de un motivo temático esencial en la literatura de Garriga Vela, que en esta nueva entrega se ha esforzado por reducir, creo que con fortuna, la carga abiertamente confesional que diluía alguna de sus obras anteriores para reforzar, a cambio de ello, el componente ficcional -real o aparente- de la historia.

El planteamiento de El cuarto de las estrellas exigía una composición basada en la acumulación de pequeños detalles que acabasen conectados entre sí: el paisaje hosco de La Araña, con las callejuelas secas, llenas de polvo y hojas podridas, que bordean la antigua fábrica de cemento (elemento esencial en la vida del padre, y no sólo por haber trabajado en ella), recordada como "la fábrica de humo"; el permanente distanciamiento del matrimonio; la existencia del sótano en el que una y otra vez se encierra el narrador; algunas películas que éste contempla en compañía de Cisneros, o la novela que se menciona de El Coyote, al igual que la historia, evocada fugazmente, de la anciana que desentierra los cuerpos embalsamados de su marido y su hermana para seguir conviviendo con ellos. Sería imposible enumerar aquí los abundantes pormenores que van urdiendo y completando el entramado de la historia.

La dosificación de las informaciones y sus relaciones internas acreditan una atenta composición, aunque el cuidado de los detalles y el manejo de las alusiones ofrezcan un perfil de autor de cuentos más que de novelista en sentido estricto. Pero algo es seguro: Garriga ofrece literatura de calidad, si bien requiere lectores cualificados, no esos otros amantes de los hechos de bulto y refractarios a las sutilezas. Nunca será un narrador "popular" encaramado a las listas de éxitos. Ni falta que le hace.