Image: Tantos inocentes

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Novela

Tantos inocentes

Raúl Guerra Garrido

8 mayo, 2015 02:00

Raúl Guerra Garrido. Foto: Justy García Koch

Alianza. Barcelona, 2015. 280 páginas, 15'50€

Raúl Guerra Garrido (Madrid, 1935) es autor de amplia trayectoria narrativa que comenzó con Cacereño (1969) y llega a nuestros días reconocida con importantes premios literarios como el Nadal, obtenido con Lectura insólita de "El Capital" (1977), y el Nacional de las Letras, concedido en 1986 por toda su obra. Tantos inocentes se publicó por primera vez en 1997 (Espasa Calpe). Su actual reedición está justificada por su indagación en problemas latentes en la sociedad española de ayer y de hoy, como la violencia que puede liberarse en una celebración pública exaltada por el alcohol, y en cuestiones que han atormentado siempre al ser humano, como el sentimiento de culpa motivado por algo inconfesable.

La historia relatada sostiene su intriga en un planteamiento de novela policíaca centrado en la investigación de la muerte de un guardia municipal vestido de paisano en un bar de la localidad vasca de Eibain durante las celebraciones de la fiesta popular en honor de Santa Águeda en la noche del 5 al 6 de febrero de 1994. Un grupo de amigos desenfrenados por el exceso de alcohol en aquella noche de juerga sometió a Martín Otazu a vejaciones que acabaron en actos de violencia que le provocaron la muerte. Y para deshacerse del cadáver lo arrojaron al río en plena madrugada. Ahora se celebra el juicio oral para investigar lo sucedido por medio del interrogatorio de los encausados. Lo cual es aprovechado por el autor para, además de esclarecer los hechos, llevar a cabo una revisión crítica de los problemas sociales ocasionados por la crisis de los 90, producida por la reconversión industrial con sus secuelas de paro, angustia y depresiones. Y al mismo tiempo los sucesivos interrogatorios de los encausados permiten desvelar turbias pasiones en algunos que no podrán soportar el peso de de la culpa.

Hay una cuidada simetría compositiva en la distribución de materiales desde los dos primeros capítulos, centrados en el principal culpable y en el texto jurídico con los hechos probados, hasta los dos últimos, con la sentencia judicial y los remordimientos del mismo culpable. En el medio se desarrollan los interrogatorios de los encausados. Y también aquí destaca la simetría compositiva en estos capítulos, que comienzan con una secuencia inicial muy breve, en la que afloran las dudas de quien ordena el juicio oral, y siguen con un discurso más largo en el que se suceden las intervenciones del presidente del tribunal, los interrogatorios del fiscal y el abogado de la defensa, para terminar con el buceo introspectivo en la conciencia de cada uno de los encausados.

Esta variedad formal se prolonga en la diversidad de registros estilísticos, desde la lengua coloquial de los interrogados hasta la modalidad jurídico-administrativa en los profesionales de la justicia, pasando por la prosa de factura clásica del narrador omnisciente. En esto, salvo en el erróneo empleo de "inerme" con el sentido de "inerte" (pág. 202), se observa la corrección estilística que caracteriza la obra literaria de Guerra Garrido, con atinadas reflexiones críticas que ponen en solfa ciertas convenciones sociales y laborales, como esta: "Tenía razón el viejo "cuando criticaba a los que se creen que tienen treinta años de experiencia y lo que tienen es un año repetido treinta veces" (pág. 162).