Image: Arde Madrid

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Novela

Arde Madrid

Kiko Herrero

20 noviembre, 2015 01:00

Kiko Herrero

Finalista del premio Goncourt. Traducción de Luis Núñez. Sexto Piso. Madrid, 2015. 243 páginas, 20 €

Toda una vida pasa por Madrid, pues tiempo y memoria vienen siempre adheridos a una cartografía de calles; y en cada esquina hay un olor, y en cada barrio, un balcón con geranios o un local de copas que abren la evocación narradora. Arde Madrid es la revisión impresionista de un escritor que relata cómo ‘se vivió' en esta ciudad simultánea, Madrid, que rechaza y acoge al mismo tiempo. Arde Madrid es un relato subjetivo y descarnado sobre una ciudad desbordada, cambiante, excesiva e irrenunciable. A golpe de vida. Un padre que es el prototipo burgués del santoral republicano y una historia familiar. Lo que en otros es biográfico, en Herrero es confesión elevada a Arte.

Quizá la inspiración sea el mejor cemento para reedificar el pasado personal, por encima de la cronología. Arde Madrid es la crónica íntima de un autor pegado al devenir de esa urbe que iba a encontrarse, de repente, con la modernidad cuando ‘la Movida' y sus víctimas en cada amanecer y cada lavabo. Dividida en cortos capítulos autónomos, en ellos hay a veces una impresión, un acontecimiento, un apunte de vida, en los que lo subjetivo y la imagen bien lograda prestigian todo esfuerzo biográfico. Al autor le desborda venturosamente la poesía, pues es lo lírico la única vía para sumergirse en su propia historia que, como todas, viene plena de renuncias, excesos, exilios y nostalgias.

Los capítulos breves y con entidad propia posibilitan a Kiko Herrero (Madrid, 1962) el tejido de un crisol habitado en el que Madrid no es mera excusa, sino el marco que condiciona toda una existencia. La propia degradación del narrador, trazada con una heladora sinceridad, resulta más meritoria si cabe si entendemos que se relató en francés con un cierto distanciamiento del calor del idioma español y de sus condicionantes afectivos.

Hay momentos espléndidos en los que Kiko Herrero mezcla el tremendismo de Tiempo de silencio y la candidez de postal que a veces ofrece Madrid. Madrid no es la disculpa de Herrero para narrarse, ni la novela, primera del autor, es ejercicio de descargo. El mérito es el de reivindicar lo vivido como el mejor barro creador.

@JesusNJurado