Image: Tan poca vida

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Novela

Tan poca vida

Hanya Yanagihara

23 septiembre, 2016 02:00

Hanya Yanagihara. Foto: Alchetrón

Traducción de Aurora Echevarría. Lumen. Barcelona, 2016. 1.040 páginas, 24,90 €, Ebook: 10,99 €

Tan poca vida, de Hanya Yanagihara (Los Ángeles, 1974) ha acabado siendo una de las novelas más comentadas del verano. Se trata de una extensa y emotiva lectura rebosante de traumas, con una prosa voluptuosa que oscila entre lo exquisito y lo excesivo. Este producto comercial sobre amistades masculinas muy intensas es un fenómeno sui generis que se ha convertido en un éxito desbocado. Y ahora se encuentra entre los finalistas que aspiran al premio Booker, que se fallará el 13 de octubre.

Al principio, Tan poca vida parece la historia de cuatro amigos, compañeros de universidad, que han llegado a Nueva York desde su escuela de Massachusetts y que se las arreglan para llevar juntos unas vidas herméticas. Son Malcolm, que sigue viviendo con sus acaudalados progenitores; J.B., convertido ya en un ambicioso artista; Willem, un atractivo camarero, y Jude, un fascinante pájaro herido impenetrable para los otros tres. El cuarteto tiene la intención de que su amistad dure toda la vida, y que algún día tengan mucho, mucho éxito en el campo que cada uno ha elegido.

El libro empieza en una época indeterminada, cuando Jude y Willem viven en Chinatown, en una pintoresca pobreza, y su privación compartida consolida su unión. También comparten un sentimiento de dolor. Jude mantiene en secreto su pasado, pero de Willem no tardamos en saber que antes era "un hombre amable, un chico amable".

Su hermano discapacitado murió joven, y él llevará consigo ese recuerdo mientras que Jude pasa de ser un chico guapo a convertirse en un hombre que requiere cada vez más paciencia y más cuidados amorosos. Su temprana amistad está descrita con tanta ternura que esta vívida parte del relato resulta irresistible.

El atractivo y el talento innatos de Willem le allanan el camino hacia la carrera de actor. Por otra parte, J.B., que es negro, se revela como un artista de talento que se centra en retratar a sus tres amigos. Suele pintar a Jude, cuyos insondables orígenes mestizos y aire de misterio proporcionan bellas imágenes de las que pronto todos hablan en el mundo del arte, si bien al propio Jude le disgustan profundamente.

En cuanto a Malcolm, que es mulato -por lo cual J.B. acostumbra a meterse con él- tiene unas dotes para la arquitectura que aprovecha para montar un lucrativo negocio. Algún día diseñará las casas (sí, en plural) ultramodernas que el éxito de Jude como feroz abogado le permitirá comprarse.

Un producto comercial. Lectura emotiva llena de traumas con una prosa voluptuosa que oscila entre lo exquisito y lo excesivo

Así de bien les va a todos. Pero esta no es una historia feliz. Su núcleo lo constituye el dolor secreto de Jude, y Malcolm y J.B. pronto se disipan en personajes menores a medida que la raza pierde importancia. Veremos que Jude se ha pasado toda la vida -desde el mismo momento en que lo descubrieron, siendo un recién nacido, dentro o cerca de una bolsa de basura- sometido a horribles abusos por parte de una serie de sádicos difíciles de creer. La galería que estos componen suma casi más miseria de la que puede contener una sola novela.

Yanagihara, que actualmente trabaja para The New York Times como jefa de redacción adjunta de T Magazine, raciona los recuerdos de todos ellos con mesura, descomponiendo las revelaciones de Jude en diferentes saltos atrás en el tiempo salpicados a lo largo de la novela.

A medida que la historia se vuelve más dura y más triste, estas escenas retrospectivas se entremezclan con horrores del presente relacionados con los repetidos intentos de Jude de autolesionarse y con el pequeño ejército de amigos cariñosos, personas mayores y profesionales que intentan desesperadamente ayudarle.

La prosa de Yanagihara está constantemente repleta de adjetivos, como cuando el libro conjura a las ratas que se mueven "bajo los pies chillando pesadamente". ¿Acaso es posible que las ratas chillen ligeramente? Gran parte de este libro de 1.040 páginas está dedicado a largas y potentes descripciones, que, sin lugar a dudas, lo cargan de energía. Pero la mezcla de metáforas de la autora resulta confundente. Los fantasmas que persiguen a Jude pueden ser hienas con "espumeantes fauces dando chasquidos" un momento y "mujeres de los túmulos que reclamaban su atención agarrándole y tirando de él con sus dedos largos y afilados" al siguiente. Las siniestras mujeres y las hienas aparecen en la misma página junto con la ristra de demonios humanos que causan las alucionaciones de Jude.

Buena parte de la vida de Willem y Judy, como suelen llamarle, transcurre en una relación platónica, por más que se profesen un profundo amor. A pesar de sus vivas pasiones y de su intensa, incluso morbosa, curiosidad médica, la novela es llamativamente escrupulosa en cuestión de sexo. Con ello refleja el terrible pasado de Jude, que acaba descubriéndose en todo su monstruoso detalle. No obstante, el libro de Yanahigara concede mucha más atención física a las numerosas y terribles heridas de Jude y a sus métodos para infligírselas, así como a los esfuerzos de un médico que con un amor sobrehumano trata de protegerlo de sí mismo, que a cualquier otra clase de placer carnal.

El amor mutuo de Willem y Jude existe en un plano superior, en el que Willem es el afectuoso padre que Jude nunca tuvo. Con la exclusiva finalidad de cubrir la vacante, Yanagihara hace que Harold, catedrático de Derecho, y su mujer, Julia, adopten formalmente a Jude cuando ya hace tiempo que este es adulto.

Jude apenas da crédito a su buena suerte cuando obtiene un certificado de nacimiento en el que figuran los nombres de sus padres. Si, en ocasiones, al propio Jude le cuesta creer su buena fortuna, es posible que los lectores tengan el mismo problema.

Una descripción de la propiedad campestre construida por Jude el Abogado y Willem la Estrella de Cine, con su larga entrada para coches, su casa en forma de cubo de cristal, sus piscinas cubierta y descubierta y sus fascinantes flores silvestres, lleva a Jude al éxtasis porque es "un sitio en el que la belleza no tiene complicaciones".

Si quieren una dosis doble de emoción ajena, están invitados a pegar la nariz al cristal y esperar a que la horrible historia de Jude lo destruya.

© NEW YORK TIMES BOOK REVIEW