Image: La vida negociable

Image: La vida negociable

Novela

La vida negociable

Luis Landero

17 febrero, 2017 01:00

Luis Landero

Tusquets. Barcelona, 2017. 336 páginas. 19,90 €. Ebook: 9,99 €

Saturado de ficciones, Luis Landero (Alburquerque, 1948) se refugió en su admirable novela autobiografica El balcón en invierno (2014), que constituye un ejemplo excelente de lo que entendemos por autoficción.

De aquella recreación de los primeros años de su vida en su pueblo extremeño, Landero ha salido con renovadas fuerzas para sumergirse de nuevo en sus ficciones. Lo hace con fidelidad a su mundo imaginario, cuyo núcleo temático está en esa palabra que tan bien lo identifica, el afán, que inflama la existencia de sus personajes en busca de su lugar en el mundo. Y, como todo gran escritor, mantiene su coherencia con la prosapia literaria de la que nacieron sus obras anteriores, teniendo a Miguel de Cervantes como maestro en la visión del mundo derramada en sus novelas y a la picaresca como fuente de inspiración para la creación de personajes andariegos, cínicos, amorales, mentirosos y, a menudo, tramposos, farsantes y golfos.

Este es el mundo y la genealogía literaria de La vida negociable, la novela más agria y desengañada de Landero, protagonizada por un antihéroe, Hugo Bayo, que cuenta su vida en primera persona, haciendo gala de dominio de la narración oral, como un peluquero parlanchín que sabe ganarse la atención de sus oyentes, a los que apela explícitamente al principio y al final de su relato.

Esta simetría compositiva se completa con la organización de la novela en dos partes de trece capítulos cada una. En la primera parte el narrador y protagonista cuenta cómo su vida se tuerce al saberse dueño del poder que le da el secreto de su madre. Ella engaña a su marido y el hijo aprovecha ese descubrimiento para hacerle un chantaje. Como otros personajes de Landero, Hugo proyecta su afán de vida futura en hacerse granjero y vivir en contacto con la naturaleza; también sueña con ser hombre de negocios, actor o aventurero. Y acompaña sus sueños con el amor imaginario de Olivia o de Leo. Hasta que, como suele suceder en las novelas de Landero, la realidad aplasta los sueños, y la primera parte acaba con Hugo en la cima de su encanallamiento.

La segunda parte comienza con los planes de Hugo para rehacer su vida como voluntario en el servicio militar. Aquí la narración se concentra aun más en su modalidad de novela del aprendizaje. Y en los primeros capítulos de esta segunda parte disfrutamos de las mejores páginas de la novela, magistrales en el ingenio y el humor de sus diálogos, con Hugo de aventajado aprendiz de peluquero en manos del brigada Ferrer y con los éxitos del "mágico aprendiz" en sus prácticas de peluquería y erotismo con la coronela.

Sus afanes pasan ahora de soñar con la grandeza militar a triunfar como peluquero estilista. Así lo hace a su vuelta a Madrid, pero la realidad de una vida sin amor desbarata sus sueños. Y su impenitente afán lo impulsa a rehacerla dedicándose al estudio para ser maestro o catedrático, o haciéndose con un quiosco de cerrajería o con una ferretería e incluso con una finca de labranza. El drama de este y otros personajes de Landero es que su afán nunca encuentra su lugar en el mundo. Así, aunque el final de la novela queda abierto, no hay lugar para la esperanza en la desolación de Hugo, por más que "en la vida todo es negociable", como decía su padre, otro farsante.

En La vida negociable brillan las mejores cualidades literarias de Luis Landero. Su cervantismo florece por doquier, desde el empeño de Hugo por construir el hombre imaginario para seducir a Olivia hasta el eco reiterado del Quijote en las elucubraciones del brigada Ferrer en defensa de la peluquería como lugar privilegiado de saberes, pasando por el discurso de las armas y las letras o por los consejos de don Quijote a Sancho, que funcionan como palimpsestos en esta excelente novela.

Y el humor lo impregna todo, por medio de la parodia, desde la extravagante andadura vital del protagonista, con muchos episodios en clave de farsa, hasta la cambiante modalidad genérica en que se sitúa la novela, con predominio del drama en la primera parte (fracaso en la relación entre Hugo y sus padres) y de la comedia en la segunda (experiencias de la vida militar y aprendizaje de peluquero), para dar paso al folletín en episodios peregrinos en Madrid y, finalmente, a la novela policíaca en la investigación de lo ocurrido con los padres del protagonista.