Emma Ríos: "Me decían que dibujaba como un tío. Yo me expreso como me da la gana"
La dibujante y ganadora de un Eisner conversa con El Cultural sobre la pujanza del cómic hecho por mujeres y la eterna precariedad de la industria.
5 mayo, 2024 02:43Emma Ríos (Vilagarcía de Arousa, 1976) sabe lo que es lanzarse al vacío para alcanzar una meta, aunque implique sacrificios. Por eso dejó la arquitectura para dedicarse a su auténtica vocación: escribir y dibujar cómics. También por eso, después de haber logrado entrar en la todopoderosa Marvel, se apeó del tren en cuanto pudo para regresar al cómic de autor.
Ahora gana menos dinero a cambio de una libertad absoluta y un control total sobre su obra en Image, sello independiente creado precisamente con esas pretensiones por autores emigrados del gigante de los superhéroes. Ríos es autora de I.D., Mirror (junto a Hwei Lim) y la trilogía La bella muerte (con guiones de Kelly Sue DeConnick), que en los premios Eisner —los Oscar del cómic— ha cosechado varias nominaciones y un galardón a la mejor portada.
A finales de año verá la luz su nuevo trabajo, Anzuelo, una historia ambientada en un mundo engullido por el mar y que “combate la idea de que en situaciones extremas la violencia es la única salida”, explica. Tras su lanzamiento en Estados Unidos la publicará Astiberri, su editorial en España.
La fantasía y la ciencia ficción conforman el territorio en el que Ríos se mueve como pez en el agua. “Ahora está de moda, ya no es una cosa de cuatro gatos. Para mí siempre ha sido una plataforma maravillosa para hablar de la realidad a golpe de metáforas", afirma la autora responsable del cartel de la nueva edición del Salón del Cómic de Barcelona, que arrancó el pasado viernes con una nueva sección dedicada a estos géneros.
Pregunta. ¿Abundan los estereotipos al hablar de cómic hecho por mujeres?
Respuesta. Sí, y es algo que me revienta. Parece que por ser mujeres tenemos que abordar determinados temas, y se habla mucho de “personajes femeninos fuertes”, un concepto que me pone enferma. Cuando hacía mi tebeo noir loco en fanzines, a veces me decían que dibujaba como un tío. No, mira, yo me expreso como me da la gana. Me interesa lo queer, lo extraño, la transformación, la vulnerabilidad de los cuerpos, lo andrógino, sentirse fuera de lo que se supone que debes ser y que nadie te imponga unas reglas de identidad.
"La industria del cómic se construye sobre un relativo maltrato de los autores"
P. ¿Cuáles han sido sus principales influencias para construir ese abanico temático y estético?
R. Mi base está en Nausicaä [de Hayao Miyazaki], en Octavia Butler y Ursula K. Le Guin. También me interesan las ideas de la filósofa Donna Haraway.
R. Yo estoy muy en contacto con las demás mujeres del gremio, llevo en el Colectivo de Autoras de Cómic desde que empezó hace diez años. Cuando estaba en una plataforma de autopublicación, Polaqia, éramos 12 dibujantes y yo era la única chica, así que para mí fue muy emocionante poder estar en contacto con otras compañeras.
»Por otra parte, cuando estaba en Marvel, la editorial hizo una campaña llamada Women of Marvel, en la que se puso mucha atención sobre mí. Estuvo bien, pero a la vez pensaba que solo me señalaban por ser mujer, así que me generó muchas dudas. Después de un ejercicio de reflexión importante –como hemos hecho todas, aprendiendo juntas– ahora me parece fundamental reivindicarlo.
»Pero no solo me interesa hablar de cómic desde una perspectiva feminista, también desde el género líquido y no binario y, en general, desde las minorías. Es fundamental que haya menos representación barata y más puntos de vista distintos. No solo hay que rellenarlo todo con gente de color, con mujeres, gente trans o lo que sea, sino que ellos tengan las riendas para poder expresare bajo sus propios términos.
['Viñetaria', el territorio donde se reivindica a las grandes autoras de cómic]
P. ¿El mundo del cómic es precario, aunque se alcance el éxito?
R. Claro que lo es. Yo podría ganar mucho dinero si estuviera en Marvel, pero mi aspiración es ver hasta dónde puedo llegar como autora. Eso significa arriesgar muchísimo más, porque he tardado cuatro años en hacer Anzuelo, y en el camino he tenido que aceptar algunos encargos pequeños para no ahogarme económicamente. Evidentemente estos movimientos los hago cuando tengo un colchón de ahorros, pero puedo permitírmelo porque no tengo hijos ni hipoteca y vivo en una ciudad pequeña como Coruña. En Nueva York no podría hacer esto, ni siquiera en Madrid.
P. ¿Ha notado algún cambio al respecto desde que empezó su carrera profesional?
R. El mercado no ha dejado de ser precario en ningún momento. Por mucho que se hable de la edad de oro del cómic español, sigue siendo una industria que se construye sobre un relativo maltrato de los autores, que son quienes más arriesgan económicamente, porque los precios son ridículos y el tiempo que lleva hacer un cómic es una barbaridad. Pero, como autor, si no haces cómics revientas, porque es uno de los medios creativos y de expresión más brutales que existen. Puedes hacer cualquier cosa con papel y un lápiz. Por otra parte, para un editor también es muy difícil que sea rentable, porque puede sacar pocas copias al mercado. Y no solo pasa aquí, fuera también.
P. El cómic ha ganado mucho respeto como medio artístico y narrativo en los últimos años. ¿Cómo lo ve?
R. Cuanto más se valore como medio cultural y de expresión, mejor. A mí, que siempre he estado muy arraigada a la subcultura, la distinción entre alta y baja cultura me parece esnob, pero entiendo que las etiquetas tienen cierta utilidad, aunque sean horribles, como cuando se dice “terror elevado”. O los que dicen “yo no leo cómic, yo leo novela gráfica”. Pues muy bien, llámalo como te dé la gana, pero cómpralo.