Poesía

El gamo ante la casa solitaria

Thomas Hardy

2 mayo, 1999 02:00

Edición y traducción de Francisco M. López Serrano. Pre-textos. Valencia, 1999. 232 páginas, 2.950 ptas.

Es esta una antología muy lograda, que no sólo muestra el perfil de una obra sino que ratifica también el sabio quehacer de su brillante traductor. Todas las libertades que se toma son más rumbos que riesgos y ponen el poema en clave de lectura

de las reglas de George Moore sobre la traducción, Francisco M. López Serrano incumple unas cuantas. Por decirlo con las palabras del autor de Confesiones de un joven, transforma "las verstas en kilómetros" y "los rublos en chelines o en francos" y quita "a la obra su sabor extranjero". ¿Es esto malo? No lo sé. Para Alfonso Reyes, el traductor debe optar por una "lengua neutra". Para Henríquez Ureña, debe moverse entre los dos extremos que representan Matthew Arnold y Francis W. Newmann en su polémica sobre el modo mejor de traducir a Homero.
Francisco López Serrano, como los pintores primitivos, "viste a los antiguos de contemporáneos". Lo que no les sienta pero que nada mal, y resuelve el dilema de Schleirmacher -o ir hacia la otra lengua o ir hacia la lengua propia- del modo que parece, si no el más preciso, al menos sí el mejor. Sus versiones nunca descarrilan, aunque a veces sea mucha la velocidad, y no se rinden ante lo que José Gaos llama "la aporía de la traducción": una imposibilidad racional, un combate con lo imposible. Su Thomas Hardy se mueve entre un Auden que no debiera nada a Eliot y un Larkin que no hubiera leído aún a Pound. Lo que tiene la virtud de sorprendernos menos que emocionarnos.
López Serrano sitúa su Hardy en un canon poético que supone un código lingöístico y en un estilo que es una exacta síntesis de temas, tonos y nivel. Su selección, apcorde con su clave, insiste en esto mismo y es, por ello, una lectura interesada, hecha con tanto gusto que no deja de ser también interesante. Su método -si así puede llamarse- se ajusta más al espíritu del texto que a su lengua y materialidad. Unas veces -como en "Tonos neutros"- sigue la norma rítmica borgiana mezclada con la de los más tardíos modernistas. Otras, se remite al modelo y rehace el trayecto de la fuente, como en "Ella a él", en el que Hardy practica un Ronsard al revés, con cambio de la instancia de la persona poemática. Sin embargo, en "Ella en su funeral" resbala la interpunción de los cuatro primeros versos, que convendría rehacer.
Hardy imprime desarrollo al esquema formal de la elegía, y eso es algo que López Serrano atisba más que entiende y ve. Lo que no le impide llegar a soluciones deslumbrantes y crear un sistema de rimas que hacen de él un hábil y excelente traductor. He aquí una muestra, que no es la única: "Nos besamos en la barrera y tras cruzarla/se despidió y se fue haciendo a cada instante/más y más diminuta,/hasta que vi al mirarla/sólo un punto distante." Otros ejemplos de su arte podrían ser los poemas "Lamento", "Grandes cosas" y "Después de un viaje". La influencia de Hardy en España está patente, mezclada con la de A.E. Housman, en El arbusto de Ricardo Defarges, en el que resuenan asimilados ecos de la primera estrofa de "At Castle Boterel", y en el canario Domingo Rivero, en el que hay posibles recreaciones de la atmósfera de "Old Furniture". A fin de cuentas, el Hardy de "Midnight on the Great Western" no está muy lejos del último Darío.
El gamo ante la casa solitaria es una antología muy lograda, que no sólo muestra el perfil de una obra sino que ratifica también el sabio quehacer de su brillante traductor. Todas las libertades que en su versión éste se toma son más rumbos que riesgos y ponen el poema en clave de lectura: en posibilidad ante el lector.