Poesía

88 fragmentos

José Luis Gallero

31 julio, 2003 02:00

Cuadernos del Vacío. Madrid, 2003. 96 págs., 11 euros

88 fragmentos, según nos indica Mireia Sentís en el breve epílogo, "no pertenece al género poético, ni al aforístico, ni al de diario o confesiones". Sin embargo, añade, "en la extrema reducción de su escritura" abarca todos esos géneros. Tiene razón. Y no la tiene. Como "definición, dicho, sentencia concisa" puede considerarse el aforismo. Y no cabe duda de que ese es el género (reconocible, aunque de borrosas fronteras) al que se inscriben estos fragmentos, titulados cada uno de ellos con una de las palabras que lo componen.

El aforismo, aparte de la concisión, busca el brillo, la paradoja, la sorpresa. Los de José Luis Gallero incurren a veces en la obviedad, en la trivialidad, en el fácil juego de palabras: "La nueva tarea es la vieja tarea". En algunos pocos casos se aproxima al poema en prosa, a un poema en prosa reducido a su mínima expresión: "Raros tesoros que nadie robará. Diamantes encontrados en la arena de las playas, en el desorden de las estaciones, en los últimos trenes de la noche. Parcas huellas sobre los trenes interminables del tiempo". Se trata de aforismos líricos, como los de Juan Ramón, quizá los más memorables del conjunto: "El presente en el paladar. El poema, en las líneas de la mano. En la mente vacía, el jardín escondido". A pesar de los cascotes, de las ocurrencias fáciles ("la risa en los huesos", de Bergamín, se convierte en "la prisa en los huesos"), de cierta filosofía de calendario más o menos zen, José Luis Gallero consigue las adecuadas dosis de humor y misterio, de sabiduría y absurdo como para convertir en una memorable experiencia la lectura de estos 88 fragmentos. El que yo prefiero se titula "Escuchar" y dice así: "Una existencia extraordinariamente monótona en la que cada día nos fuera concedida la gracia de escuchar un pájaro desconocido".

José Luis Gallero juega al despojamiento y al minimalismo: menos es más. Se pone límites, y con destreza le saca partido a esos límites (es su definición del talento); el genio, añade, es "talento sin límites".