Image: La otra joven poesía española

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Poesía

La otra joven poesía española

Alejandro Krawietz y Francisco León

30 octubre, 2003 01:00

Jordi Doce

Ígitur. Barcelona, 2003. 276 págs, 18 euros

Lo primero que sorprende de esta nueva antología de poesía española es el título. Voluntariamente se nos presenta como subordinada a anteriores antologías, a las que pretende menos complementar que refutar.

¿Qué antologías son esas? Si hemos entendido bien el prólogo, todas las publicadas desde 1970, fecha en que aparecieron los Nueve novísimos. La única excepción es una antología "de la que esta que ofrecemos hoy quiere sentirse continuadora": Las ínsulas extrañas. El panorama de la poesía española que se nos ofrece en el prólogo no puede ser más desolador: "En una cultura poética, la de los últimos 50 años, que tan obstinada y toscamente ha desoído o ignorado los fundamentos espirituales de la revolución romántica -esto es, en una cultura desustanciada de los principios de la modernidad-, la palabra de la poesía ha tropezado una y otra vez con duros obstáculos y con una tenaz incomprensión". No ya la poesía de Sánchez Robayna (mentor de la mayor parte de estos poetas, incluidos anteriormente por él en la antología Paradiso), sino incluso la de Juan Ramón habría sufrido una tan grave injusticia crítica que sólo sería comparable a "la época de los libros prohibidos o perseguidos de los heterodoxos españoles". Frente a tan desolador panorama, los poetas ahora antologados se vinculan con la Modernidad, coincidiendo con las raras excepciones que representan autores como Malpartida, Masoliver, Campos Pámpano... No deja de resultar extraño que quienes elogien las "aportaciones indiscutibles" de los poetas antologados sean dos poetas antologados (Krawietz y León), que en el prólogo aluden a sí mismos en tercera persona.

Varias de las poéticas contribuyen a aclarar la coyuntural polémica literaria que en el prólogo trata de disfrazarse con teorizaciones. Melchor López escribe: "El poema no puede ser el relato de un hecho banal escrito con un lenguaje ramplonamente trivializado". Ya sabemos por qué estos poetas rechazan la poesía de Colinas, José María álvarez, Ana Rossetti, Miguel d’Ors, Martínez Sarrión, Aurora Luque, Marzal: sólo hablan de hechos banales con lenguaje ramplón. Pero haría mal el lector que se desanimara por el título, el prólogo y algunas de las pedantescas poéticas. En La otra joven poesía... bastantes de los poemas superan las generalidades y el resentimiento contra una poesía supuestamente oficial y más atendida por la crítica.

Se incluyen poetas tan diversos en calidad e intensidad como Esperanza López Parada o Marcos Canteli. Sorprende Melchor López, de quien antes citaba un párrafo poco afortunado, con sus más recientes poemas, "La adivina" o "Ante unos cuadros de Mark Rothko". Ada Salas consigue a veces con las mínimas palabras la máxima intensidad. La variedad y la sabiduría de la poesía de Jordi Doce destaca del conjunto. En Méndez Rubio contrasta el radicalismo un tanto mitinero de la poética con la escueta anotación paisajística, signo y símbolo, de muchos de sus poemas. Francisco León acierta en los poemas más breves y en las estampas realistas. De Goretti Ramírez destacan las leves estampas viajeras y los poemas en prosa. La poesía de José Luis Rey, el último de los antologados, disuena un tanto del conjunto: se le nota que ha leído a Gimferrer y que gusta como él del "viejo y querido utillaje retórico" heredado del modernismo.

No necesitan los mejores poetas de La otra joven poesía... arremeter contra los que presuntamente les han robado atención crítica y lectores por plegarse a la moda. Ni antes ni ahora ningún poeta de verdad se pliega a ninguna moda, aunque pueda contribuir a crearla. Otra cosa son los epígonos, que no abundan menos en esta antología que en otras selecciones de poesía joven.