Image: 25 poetas jóvenes españoles

Image: 25 poetas jóvenes españoles

Poesía

25 poetas jóvenes españoles

VV. AA.

4 diciembre, 2003 01:00

Joaquín Azaústre, Álvaro Tato y Carmen Jodra

Hiperión. Madrid, 2003. 472 páginas, 16 euros

Ningún nombre propio figura en la cubierta o en la portada de esta antología. Con extraño pudor, sus responsables -Ariadna G. García, Guillermo López Gallego, álvaro Tato- se esconden en la letra pequeña del copyright.

El otro responsable -Jesús Munárriz- firma una "Nota del editor" que comienza con las siguientes sorprendentes palabras: "Aunque lo hago con sumo gusto, no tenía el abajo firmante intención de presentar esta antología, aunque sí la de publicarla". Parece, al leer esta aclaración, que Jesús Munárriz publica habitualmente libros que no tiene intención de publicar. De la desganada nota del editor se deduce que esta antología no es propiamente una antología (una selección poética efectuada con criterio claro por un especialista en quien el lector común pueda confiar). Los únicos nombres obligados serían los de los antólogos y sus amigos (el grupo ligado a la madrileña revista entonces); los otros resultan fruto de vagas consultas que el editor, caprichosamente, puede o no respetar: a algún seleccionado no se le incluye en el libro "por figurar ya en otra antología, de poesía de los años noventa, de próxima publicación en esta misma colección". ¡Cómo si no estuvieran ya en otras antologías -y publicadas, no futuras- prácticamente todos los seleccionados de algún interés!

Al contrario de lo que ocurre en La otra joven poesía española, preparada por los poetas canarios ligados a la revista Paradiso, los menos presuntuosos antólogos de este libro, y ese es uno de sus méritos, no han sentido la necesidad de descalificar el último medio siglo de poesía española para tratar de valorizar su propia obra. Comienza la selección con Pablo García Casado, cordobés de 1972, que obtuvo uno de los más claros éxitos de la poesía joven con su libro Las afueras (1997). Poesía elíptica y narrativa la suya, muy deudora del cine americano, de notable eficacia, pero quizá, a juzgar por su libro siguiente y los inéditos que aquí incluye, sin demasiada capacidad de evolución. José Luis Rey, poeta prolífico y de notable ambición verbal, ha sido incluido también en La otra joven poesía española (es la única coincidencia). Algún punto de contacto presenta su poesía, que no desdeña la retórica modernista, con la de Joaquín Azaústre, quien en prosa y en verso muestra una decidida apuesta por el culturalismo y el oropel estilístico. Cordobés como los anteriores (y como buena parte de la antología) es Juan Antonio Bernier, musical y despojado, minimalista y simbolista, un poeta de breve obra al que vale la pena estar atento. Bien conocido de los lectores es Andrés Neuman, igualmente eficaz y brillante en prosa que en verso. "Sobre el verde columpio de la hierba/al viento del verano, sé que existo", comienza su "Oda a la salud", el nerudiano y guilleniano poema inédito.

José Antonio Gómez-Coronado ganó el Adonais con los endecasílabos, muy en la línea de Claudio Rodríguez, de El triunfo de los días. Los inéditos que añade le muestran en una búsqueda estilística, alejada del realismo y del coloquialismo, que todavía no parece acabar de cuajar. álvaro Tato, uno de los motores de este volumen colectivo, es un poeta de notable variedad y facilidad verbal. Hasta ahora parece haberse dispersado en ejercicios. El último poema seleccionado, el inédito "álvaro", parece una buena muestra de lo que es capaz de hacer. Esther Giménez y Carmen Jodra utilizan con ironía y desparpajo el estrofismo clásico. La poética de Carmen Jodra (tienen muy poco interés, por lo general, los dos o tres folios con que cada autor hace preceder a sus versos) rebosa inteligencia y distanciamiento del excesivo y acrítico eco con que fue acogido su primer libro (válido sólo como punto de partida).

La contención ambiciosa de Fruela Fernández (1982) y la precoz sabiduría adolescente de Elena Médel (1985) cierran un volumen colectivo al que le falta, ciertamente, un mínimo criterio que pueda servir de orientación para el lector, pero al que salvan cinco o seis buenos poetas y otros tantos nombres no desdeñables (habría que mencionar también a Carlos Pardo y a Josep M. Rodríguez) a los que vale la pena seguir la pista.