Image: Nuestro amor es como Bizancio

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Poesía

Nuestro amor es como Bizancio

Henrik Nordbrandt

4 marzo, 2004 01:00

Nordbrandt retratado por la pintora danesa Bente Christensen-Ernst

Trad. Francisco Uriz. Lumen. 368 pp, 17 euros. El temblor de la mano en noviembre. Trad. F. Uriz. Bassarai. 99 pp, 12 euros

Henrik Nordbrandt pertenece a un tipo de poetas caracterizados por dos rasgos distintivos: europeísmo y modernidad, que, en su caso, se unen en una escritura que, sin renuncias al proceso de innovación formal ni a la voluntad de variedad temática, pone al descubierto el claroscuro cínico e hipócrita de nuestra sociedad occidental.

Crítico con todo lo que hay que serlo, Nordbrandt ha ido componiendo un riquísimo abanico de voces entre las que suena de manera especial una: la del amor. Pero lo singular de sus poemas no es lo que tienen de visible tradición sino lo que añaden a ella y le aportan: el modo en que los textos crean su propio movimiento y la implacable voluntad de estilo que rige su obstinada búsqueda de su "concepto de la composición". Se apoya éste no tanto en un mosaico de modelos como en una metamorfosis metafísica, cuyo objeto final es hacer visible la imagen del fondo, sus direcciones múltiples y su nada artificiosa complejidad. Sigue a ésta otra fase en la que la enumeración tiende a sustituir la anécdota por el inventario: así, una sentencia, un aforismo o una máxima se desarrolla en una serie de situaciones que atomizan todos sus elementos en una diseminación casi manierista que los recoge a todos ellos juntos en el verso final. Este proceso de condensación poundiana le lleva a una economía lingöística de la que, en un poema como "Simi", logra salir, aunque no sin dar cuenta de lo que ha sido su viaje, y haciendo una crónica mental e íntima de él: "Llegaremos, en suma, a poder reaparecer/en un paisaje como el que abandonamos, un paisaje cuyas distancias/nos llevan cada vez más adentro de nosotros/a medida que las sobrepasamos y donde nuestras vidas se hacen concretas/ como los escarpados acantilados que las condicionan". Este Nordbrandt podría calificarse de "hexamétrico". Otros, como el de las invocaciones, se sitúan más lejos de la cosmovisión de este nuevo Ulises que su autor, a su manera, es.

El lenguaje es otro de los protagonistas de esta obra, por lo que tiene de ficción en su realidad. Eso y sus constantes referencias a lugares y nombres de la tradición clásica pueden ayudar a definir la primera parte de su escritura; Chéjov podría servir de clave para otra: "Parientes" y "Una vida" se mueven en esa dirección. La filología también forma parte de este territorio en el que "Todo idioma es un idioma del dolor". La influencia de Stevens se nota en el tratamiento de los poemas breves como "Hortensias", y la de Pessoa en "Poema de lector a mí" y "Oficina de correos". El misterio aparece en la fase inciada por "Un golpe de viento en septiembre", y la trascendencia, en "Pietrasanta" y "Piazza Duomo", donde "la luz cambia de sitio con el bronce". El infinitivo descriptivo y la frase nominal caracterizan la morfosintaxis de un periodo de adelgazamiento en el que los textos tienen también mayor intensidad.

La poética de Nordbrandt podrían resumirla dos de estos versos: "todo está escrito ya pero nada ha sido leído/hasta que no se escriba una vez más". El culturalismo tampoco está ausente de estas páginas que combinan naturaleza muerta y pintura al aire libre y en los que el paisaje "no es sino un nueve interior". El monólogo dramático, la reflexión metapoética y la autobiográfía controlada son otros de los rasgos de esta escritura consciente de sí misma que define uno de los más singulares espacios poéticos de hoy. Francisco Uriz nos ha ofrecido una visión exacta y ralentizada de lo que este poeta supone. Su antología permite al lector asomarse a su poética tanto como adentrarse en sus etapas, y la diacronía que ella sintetiza puede verse, sincrónicamente reflejada, en El temblor de la mano en noviembre, libro que incorpora un contenido satírico y moral.

La lírica ya no es palabra sino conocimiento, y éste, sólo constatación: "la vida nos filma, la muerte nos revela". Frenta a todo poeta correctamente al uso, Nordbrandt imanta por la pureza de su rebeldía y la contundencia de su sinceridad. La suya es una poesía ética.