Image: Mudanza

Image: Mudanza

Poesía

Mudanza

José Luis García Martín

8 abril, 2004 02:00

José Luis García Martín

Pre-Textos. Valencia, 2004. 212 páginas, 15 euros

"He sacudido con fuerza mis libros de versos y he dejado que cayera al suelo mucha hojarasca", presenta García Martín este volumen, más una edición drásticamente depurada de su poe-sía que una antología.

Tan depurada que de los más de trescientos poemas que sumaban entre Material perecedero. Poesía 1972-1998 (que ya dejaba fuera abundantes textos anteriores) y el reciente Al doblar la esquina (2001), en Mudanza, junto a diecinueve poemas nuevos, sólo se salva un centenar. Al eliminar una parte importante de lo que hay en esta poesía de homenaje literario, de imitación expresa, de máscaras irónicas, de juegos de ingenio, de contraluces sentimentales, el juego de tonalidades, en fin, que otorgaba su variedad y distancia a la composición de cada libro sucesivo, queda desnudo el perfil estricto de la voz del poeta, esa voz hecha de muchas voces que conforma su poesía y que en los monólogos dramáticos, en las citas, retratos y epitafios literarios que permanecen en Mudanza suman matices a la condición solitaria, a la tristeza y la queja de la voz principal.

Así, en Mudanza esta voz de voces reitera con insistencia la identidad esencialmente solitaria de su personaje, la expresión de la melancolía, del desengaño y también del descrédito de la pasión amorosa, hasta imponer al lector una demoledora negación de muchos valores y la afirmación de una vocación individual de aislamiento (tal vez la única defensa frente al naufragio existencial), como en el poema "A salvo", que cerraba Material perecedero: "Todo lo que temes ha quedado fuera./Por fin estás a salvo de la vida". Sin embargo, al frecuente extrañamiento amenazante de los escenarios urbanos ("Nunca solos") se suman, al otro lado de la puerta, los espacios del sueño, poblados de oscuras presencias ("El visitante") que incrementan la conciencia de la muerte y de la nada ("Los visitantes").

Diseminados aquí y allá en los poemas salvados de cada libro afloran conatos de una resistencia inútil: la belleza del mundo ("Ya sé que somos polvo y sombra,/pero mientras el polvo dura/el mundo está bien hecho", dice en "Tópicos", contraponiendo a Horacio y a Jorge Guillén); la relativa fe en la poesía como mecanismo de clarificación y conocimiento: "¿Nombre? ¿Nación? Palabras de los hombres/que sobre la tierra siguen con su comedia estéril./ Yo hablo desde detrás de las palabras" ("Detrás de las palabras"). El amor y la amistad, los dos valores destacados de esta poesía, se presentan también desde la melancolía sentimental o el desengaño existencial: la ausencia de los amigos ("In memoriam"), la mirada a los cuerpos adolescentes, el amor, siempre en precario por la amenaza del tiempo: "Déjame que te bese una vez más/ antes de que su aliento nos alcance".

Si este es el perfil esencial de la poesía de García Martín, a él aportan distintos matices los nuevos poemas de Mudanza: la ensoñación amorosa desde la mentira ("Dedicatoria anónima"), la cierta plenitud efímera del encuentro amoroso ("Intermedio senti- mental") o el erotismo ambiguo de "El otro amor". Igualmente se afirma, con Lao-Tsé, la maravilla del mundo físico en "El sueño de una noche de verano", aunque el sinsentido domina en la visión del existir como teatro. "Otoño de 1974" dialoga con versos de la tradición para afirmar que la poesía es "la rosa del mundo", pero "Literatura" reclama escribir lo perdido aunque tan sólo queden cenizas en los versos, y en "Al lector" se nos recuerda: "Soy una multitud desamparada". El resto son, nuevamente, poemas desolados, de ámbito nocturno, con la recurrencia de los recuerdos adolescentes, de los sueños, de los muertos que retornan a la mente ("Denuesto y elegía"), de un nuevo encastillamiento en la soledad mediante las palabras de un seudónimo ajeno: "Qué bien estás así, lejos de todo,/al borde del abismo y en el centro/de un irisado mundo de fantasmas" ("Scardanelli"). Las "Notas de diario" que cierran esta selección reproducen opiniones del poeta ya expresadas anteriormente en sus diarios y notas, como esta: "Me gustaría encerrarme en un mundo de tinta y papel y no asomarme jamás a ese otro mundo que dicen hay fuera".