Image: Desmontando el silencio

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Poesía

Desmontando el silencio

Charles Simic

3 junio, 2004 02:00

Charles Simic. Foto: Archivo

Ed. Jordi Doce. Ayuntamiento de Lucena. Lucena, 2004. 171 págs, 14 euros

Jordi Doce no sólo es uno de nuestros mejores jóvenes poetas sino también uno de nuestros más brillantes traductores. Su excelente conocimiento del inglés se une a su profundo dominio poético del español.

En 1998 nos acercó una primera imagen de Charles Simic: Hotel Insomnia, en el que adelantaba algunos poemas -como "El imperio de los sueños", "Clima ártico", "Dos perros", "El espantapájaros", el que daba título al conjunto y "Feria rural" -que, con ligeras variaciones y acertados ajustes hermenéuticos, vuelven a recogerse aquí. Lo indico porque no hay versión poética que pueda darse por definitiva. Doce ha vuelto sobre sus antiguas versiones y ha ido puliéndolas hasta hacer con ellas este inquietante corpus textual que muestra varios poemas en forma diferente, como si la serie de pinceladas hubiera dado al cuadro su adecuado color.

Simic no es un poeta fácil, como no lo son tampoco su mundo ni su lengua: nacido en la antigua Yugoslavia en 1938 y emigrado a los Estados Unidos en 1949, su tradición literaria no es tan sólo la norteamericana e inglesa sino también la yugoslava de la que él mismo ha sido traductor. Catedrático de la Universidad de New Hampshire y premio Pulitzer, su poesía está más cerca de la de Vasko Popa y Aleksandar Ristovic que de la de los poetas ingleses y americanos de su generación. Doce explica en su prólogo -significativamente titulado "Enigmas transparentes"- cómo llegó a la escritura de Simic y en qué consisten su ironía y sus elementos de dicción; describe lo que llama su carácter "icónico", visible en poemas como "Fork"("Tenedor") y en estrecha relación con las vanguardias; traza una ajustada historia de la lírica anglo-americana contemporánea y sitúa a Simic dentro de las corrientes y tendencias más próximas a él: las de los poetas que iniciaron su ruta a mediados de los 50 y pasaron por el embudo del minimalismo hasta abandonarlo en torno a 1982; su vuelta a lo elegíaco, no sin tintes folclóricos, huellas de la literatura gótica y humor. Como otros poetas de la época huyó de la abstracción y del intelectualismo mallarmeano en el que encallo. Su cambio fue de tono, pero también de temas: "las estampas urbanas" y " las referencias a la cultura mediática" se entrecruzan aquí.

Si Mario Lucarda tradujo El mundo no se acaba y otros poemas (DVD) en 1999, Doce propone una lectura transversal muy completa, que parte de "Carnicería" e incluye poemas memorables como "Piedra" o "Tapiz", "Departamento de Monumentos Públicos", "Contra lo que sea que nos invade", "Juguetes aterradores", "Compañía siniestra" o "Poema de la calle catorce", cuyo segundo verso -con el artículo determinado delante de "diosa del amor"- se podría, creo, mejorar. La poesía de Simic produce una impresión nueva, que, "al desechar la seducción de las imágenes", nos permite acceder a la realidad. En ella hay una lenta luz de invierno y un sentido latino del otium que hace de los detalles de la vida reinterpretados un sentido y forma de verdad. Simic es un antídoto de nuestra más degradante e inconsciente lírica.