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La lenta construcción de la palabra
Lorenzo Plana
9 septiembre, 2004 02:00Lorenzo Plana. Foto: Archivo
Tiene la poesía de Lorenzo Plana (Lérida, 1965) una rara mezcla de concreción y abstracción, de autobiografismo y reflexión. Bastantes poemas de este libro parecen remitirnos al realismo trascendido de Claudio Rodríguez, donde la realidad más cotidiana se convertía en símbolo de otra cosa sin dejar de ser lo que a primera vista era. Los mejores poemas de Lorenzo Plana tienen un trasfondo biográfico, pero aciertan a trascenderlo, a llenarlo de irracionalidad y misterio. No siempre ocurre así. Hay poemas como "Dentro" en el que el mecanismo no parece funcionar: demasiado blando el comienzo ("como una lluvia blanca a media tarde,/así de leves son algunos besos") y escasamente sugerente el final. Pero en los poemas más conseguidos -y son muchos- acierta Plana a dejar, como quería Machado, "confusa la historia y clara la pena", a golpearnos con insólitas imágenes irracionales que iluminan, desasosiegan y acompañan. En la poesía de Lorenzo Plana, emparentado en eso con la de otro poeta de su generación, Pelayo Fueyo, hay un niño perdido entre la niebla, una herida que no se cierra nunca, una realidad llena de aristas, la tentación del sinsentido. También a veces, sin embargo, el tiempo puede ser "una araña bondadosa", "hay cuerpos como surcos apacibles" y resulta dulce rendirse a la irrealidad que busca "viejas presas en la noche".
