Image: Poesías completas

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Poesía

Poesías completas

August Strindberg

9 septiembre, 2004 02:00

"Strindberg", Retrato de Munch (1892)

Ed. y trad. de Jesús Pardo. La poesía, señor hidalgo. barcelona, 2004.788 págs, 22 euros

La obra poética de August Strindberg quedará asociada para siempre a lo que con ella, y para bien de los lectores españoles, ha hecho y ha sabido hacer su traductor: una experiencia lingöística de primer orden, en la que se mantiene la propiedad del habla y en la que no sufren ni rechinan ni la eufonía ni la literariedad.

Jesús Pardo consigue que los sonidos se tranvasen, que las palabras no pierdan su sabor de época ni las frases se salgan de su antiguo sistema referencial. Una rigurosa traducción intachable y un aparato crítico que ilumina el texto con sus exactas y sabrosas notas, hacen que Strindberg llegue hasta nosotros envuelto en el decir mejor: en el tono que más le corresponde. Y eso es lo que Jesús Pardo consigue no de un modo repetido y mecánico, sino encontrando en cada poema la clave que éste exige cada vez y que, en un poeta tan amplio como el que traduce, nunca es una sola ni la misma, por más que en esta obra haya un claro principio de unidad, visible en el entramado filosófico-científico que la rige: un entramado que compendia y encarna casi todos los fantasmas espirituales de la crisis finisecular.

August Strindberg es un poeta muy culto, al tanto de los avances de su siglo, y que siente en sí mismo las paradojas del progreso y las contradicciones de la modernidad. Su poe-sía es, pues, un muestrario de las obsesiones de su tiempo: un reflejo de un instante de Europa, que pasa revista a la mitología latina y a la nórdica, y que acaba viendo su única esperanza en la cristiana cruz. La sátira política de sus inicios -tan bien objetivada en "La explanada" o en "Elegía", con su rotundo final epigramático: "¡Lástima, tú, tan joven y tan malo!"- se abre hacia otros registros -como el de "Persona y causa"- que conducen directamente a Brecht. Del mismo modo, "Edición popular" y "Daltonismo dramático" suponen una nueva forma de poema crítico que August Strindberg maneja de modo magistral. Pero donde Jesús Pardo mejor demuestra sus enormes dotes es en el sentido de la morfología y la sintaxis que sabe con acierto traducir.

La poesía de Strindberg incluye también el poema en prosa y la canción y, en "Pleno verano en invierno" preludia a Aleixandre ("Un relámpago entre dos/miradas que en una mueren") como en "Tarde de sábado" o "Mañana" coincide con nuestros modernistas. Su primer gran libro tal vez sea Tormentas con los distintos movimientos de "Exilio", escrito en 1876, y que enlaza con lo que, en Juventud e ideal, compuesto unos años antes, había definido como "la cambiante diversidad de las imágenes". El poema crítico da paso al autobiográfico, y éste, al narrativo de Noches sonámbulas, con su cita en griego de Aristóteles y un verso sostenido de carácter casi épico, en el que, a partir de entonces, mejor se expresará.

La "Segunda noche" parece rendir homenaje a los lakistas ingleses por el modo de su reflexión, pero la "Tercera noche" es un poema futurista "avant la lettre". "El despertar" vuelve a la articulación lírica de los románticos que antes había llevado a un pesimismo expresionista, propio de Valle-Inclán, y regresa a la poesía meditativa en la que parece coincidir con Unamuno. Su rosario de sonetos no difiere del de éste, como los poemas inspirados en cuadros y en litografías lo aproximan a Manuel Reina y su culturalismo a lo Gautier.

Lo más moderno de August Strindberg, sin embargo, son sus "Escenas callejeras", que harían las delicias de Pío Baroja, y los apuntes rápidos como "Al final del día", con su condensado sentir. Su conocimiento del teatro le lleva a practicar la poetización de las acotaciones y a experimentar con las posibilidades del poema dramático, un género difícil del que sólo el monólogo se salvará. Strindberg lo utiliza en su tematización del verano nórdico y en "Chrysaetos", una escritura mixta de lirismo y teatralidad. En "El hórreo" adelanta elementos del sistema onomatopéyico del primer Alberti y una disposición textual que éste utilizará después en algunos poemas de A la pintura, del mismo modo que alcanza su perfección formal máxima en "Junto a la última punta" o en "Asavero".

Quien lea a Strindberg en la versión de Pardo concluirá que es un gran poeta oscurecido por el éxito de su talento teatral. Su poesía es una caja de sorpresas.