Poesía

Del natural

W.G. Sebald

30 junio, 2005 02:00

Trad. Miguel Saenz. Anagrama. 107 páginas, 13 euros

Los poemas Del natural recrean la peripecia de Grönewald y del botánico Séller, que participó en la desventurada expedición de Behring. Son creaciones que revelan una extraordinaria inspiración para combinar narración y lirismo. Grönewald es un hombre desdichado, infeliz en su matrimonio, con los ojos "hundidos lateralmente en la soledad", sin otro aliciente que recrear el espectáculo del mundo. El último poema se desliza hacia lo autobiográfico, reuniendo en el mismo cuerpo la reflexión sobre el exilio, el viaje y la sombra de un pasado atroz. Sebald entiende que la Naturaleza representa el caos absoluto, la proliferación de la vida, multiplicándose a costa del sufrimiento y la injusticia. "La Naturaleza no conoce el equilibrio /sino que ciegamente hace un caótico / experimento tras otro". El poder y la vida coinciden en la compulsión de perpetuarse sin ningún objetivo. Pero el hombre nunca renuncia a la posibilidad de vencer al desorden, que sólo en la muerte manifiesta toda su fuerza disgregadora. Sebald evoca un retrato de infancia, con su maestra y compañeros de escuela. La imagen iba acompañada de una anotación, que decía: "En el futuro la muerte / yacerá a nuestros pies". Pero la muerte está fuera del tiempo. La muerte es la nada, esa nada que penetra en la historia con la matanza de los inocentes, una hecatombe de muchos rostros: Auschwitz, Dresde, Kigali. La injusticia no cierra las puertas del porvenir. Siempre habrá "un continente extraño, inexplorado" que justifique el esfuerzo de viajar, contemplar y comprender. El impulso teleológico es inherente a la condición humana, pero la finalidad de la existencia no hay que buscarla en la religión ni en la política, sino en la ficción, el único espacio donde el hombre sólo está limitado por sí mismo.

La desaparición de Sebald nos ha privado de una escritura asombrosa, pero siempre nos quedará el consuelo de frecuentar unas páginas que ya han adquirido la resonancia de lo necesario. Nacido bajo el signo de Saturno, Sebald transitó por la segunda mitad del siglo XX como un paseante sin otra patria que la literatura