Image: Sobre una confidencia del mar griego

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Poesía

Sobre una confidencia del mar griego

Andrés Sánchez Robayna / Antoni Tàpies

21 julio, 2005 02:00

Andrés Sánchez. Foto: ángel Casaña

Huerga y Fierro. Madrid, 2005. 80 páginas

Antoni Tàpies y Andrés Sánchez Robayna dialogan en una correspondencia de signos, huellas y palabras a lo largo de este díptico mediterráneo, una de las entregas más intensas del poeta canario desde Sobre una piedra extrema (1995), texto clave en la evolución de su trayectoria.

Ocho dibujos de Tàpies alternan con los treinta y dos poemas de este conjunto que, de acuerdo con su título, privilegia el protagonismo del segundo de los dos bloques que lo componen, ese canto mediterráneo que viene a fundirse con la imaginación atlántica en la que se ha generado buena parte de la obra de Sánchez Robayna. Siempre lúcida, su poesía se ha abierto progresivamente a una más explícita constancia de la emoción, a una musicalidad externa que acompañan en pos de esa "Palabra que te ocultas/y lates innombrable/enterrada en la noche", como se dice en "La llamada", del memorable Inscripciones (1999). Desde la contemplación de la emoción como parte de ese ámbito de lo real en cuyo interior ha de indagar la palabra poética, se aguzan ahora sentimiento del tiempo y elegía. "Correspondencias", que sirve de variado preludio, acoge una docena de poemas elegíacos que despliegan una intensa sensorialidad.

"¿No es todo poema una elegía? ¿No es el poema el homenaje que la conciencia de la muerte hace a la vida?", se preguntaba Andrés Sánchez Robayna en la reflexión teórica sobre su poesía que complementaba En el cuerpo del mundo (2004): ese me parece uno de los valores que el protagonismo de la temporalidad refuerza en estos poemas. También se prolongan aquí las líneas de un sentimiento histórico solidario presente ya en El libro, tras la duna (2002): así, "Tu cuerpo ya para siempre tendido", elegía por Rachel Corrie, la pacifista norteamericana masacrada en 2003 por una excavadora israelí mientras defendía una vivienda palestina, el depurado homenaje al canto doloroso del músico polaco Górecki, o "Madrid, para una elegía", en torno al 11-M, circunstancian en presente y testimonian una reflexión que se amplifica en el senequismo resonante (omnia mors poscit) en que desemboca la intensidad cromática de "Gerberas amarillas"; en la meditación de "Cementerio del Testaccio" (que recuerda el tono de "Sobre una piedra extrema"); en la mirada cósmica que expande la evidencia de la ruina; en la simbólica calle blanca del silencio o la muerte; en la bella écfrasis, en fin, de "Sobre un trono de piedra", con su balance trascendente: "No hay destrucción, dijiste. Volveremos/al seno de la estrella, a la región/del origen y el fin, a la materia inmortal y materna. Y aunque sólo/quedara de nosotros esa piedra,/esa piedra dirá toda nuestra memoria".

Los poemas de Sobre una confidencia del mar griego, ese otro mar de epifanías, trazan su itinerario viajero desde una mitología mediterránea ("los dioses sonreían en las aguas brillantes") y desde constantes imágenes de intensa belleza sensorial ("Como anillo en el árbol, toda vida/ añade con dolor un círculo a la luz", "Un rebaño de ovejas en la playa/ duplicaba en la arena el mar innumerable", "El coro de cigarras ensordeció la luz") los renovados signos misteriosos de la materia elemental. Piedra, sal, agua, luz, los núcleos materiales sobre los que se ha ido constituyendo el imaginario de la poesía de Robayna, esos "signos que herían", son ahora fundamentos materiales de una indagación sobre la temporalidad de ese protagonista poético, que, considerándose "perpetuo aprendiz de la luz", se sabe "eco del Uno" y busca la revelación de la palabra unificadora: tal es el designio inalcanzable que necesita expresarse en el poema final como aspiración trascendente: "Que una serenidad, en el aire que hierve,/ruede entre los espinos y las pie-dras,/hasta encontrarte, por las sendas/del barranco y sus luces enla- zadas,//mientras escuchas, eco/del Uno, como en círculos,/una vez más la voz del mar, su confidencia bajo el cielo hirviente:// "En estas aguas, que aquí ves incendiarse,/arden todos los mares, este de hoy,/aquel en que tus ojos aprendieron,/el que arderá contigo en la brasa del tiempo".