Poesía

Arte de lejanías

Ángel Antonio Herrera

29 junio, 2006 02:00

Ángel Antonio Herrera

Ediciones B. Barcelona, 2006. 160 páginas, 12 euros

Ángel Antonio Herrera (Madrid, 1965) -autor también de la novela Cuando fui Claudia, y periodista-, reconoce que en él "la poesía, nace del desequilibrio, de la pereza, de la amargura, es decir, es una iluminación".

En uno de los últimos poemas se lee: "en el decir va mi dolor, y va mi consuelo" y es este doble y paradójico trabajo del dolor la marca, o una de ellas, que recorre Arte de lejanías, libro donde se recoge la poesía ya publicada de ángel Antonio Herrera, además de algunos poemas recientes, inéditos hasta ahora. Consuelo o placer del escribir, pues, pero también dolor, y es así porque la mayor parte de los poemas aquí reunidos vuelven una y otra vez sobre ese momento del amor que es su falta y conforme avanza el ciclo va ganando su lugar la conciencia del estar abocado a un final.

Aunque ese eje temático recorre el conjunto, los textos de Arte de lejanías, que cubren un período de más de veinte años del trabajo de Herrera muestran sus diferencias. Así, en este corpus, los poemas de Donde las diablas bailan boleros están escritos en versículos, algunos en verdad extensos, y hablan todos ellos de una temporada en Cuba y los cuerpos, el alcohol y la música y el baile son motivos que se reiteran en lo que viene a ser relato de una pérdida de sí mismo. Te debo el olvido, por su parte, se centra en el debate entre el recuerdo y la memoria -denominada con expresión acertada como "mar sin mapa"- de un amor perdido. Elegía por un tiempo que es también la elegía por aquel otro que el sujeto fue cuando el amor le correspondía: "Pues amé, otro fui", con lo que la identidad no se presenta como una entidad estable, sino sometida a las dichas y desdichas de amor, lo que rehace la idea clásica del poder omnímodo de quien se pensó como un dios, tan poderoso ahora que hace y deshace identidades. La cuestión de la identidad regresa en los poemas más recientes de este volumen, ligada ahora al acto amatorio, que es nombrado como "hambre de ser otro, y ser su suicidio", ligando con ello enajenación y muerte. Y está la muerte, cuya sombra se hace presente a cada momento, pues, se dice, "quien ensaya un afán promueve un epitafio."

Hay en Arte de lejanías una escritura apasionada, no sólo porque habla de pasiones, sino que también se inscribe en unos versos que se desentienden de la regularidad y no menos en tropos como "tigres" o "fieras" y que, en su apasionamiento, transmite su pasión.