Poesía

Non serviam. Antología poética

Gunnar Ekelüf

14 diciembre, 2006 01:00

Ed. F.Uriz. Libros del Innombrable. Zaragoza, 2006. 386 pp. 10 euros

Según una tradición antigua el oro "crece" por influencia del sol. El oro de la poesía, en cambio, puede "crecer" con luz tamizada y así, en Suecia, surgió una de las voces líricas más importantes del siglo XX, la de Gunnar Ekelüf. Tras una antología de 1981 y la edición posterior de Diwan, hace tiempo agotadas, nos llega ahora, con el título de Non serviam, una recopilación, que incluye entero ese último libro. Otra tradición decía que todo procede de la piedra, hasta el hombre mismo, de ahí nuestra proximidad a la tierra. Tarde en la tierra (1932) es el título inicial de Ekelüf, y se explica que él rechazara el modo en que se presentó, como "el primer texto sueco de poesía surrealista" pues, lejos del automatismo, deja traslucir la razón en sus poemas. El dominio de la razón irá in crescendo a lo largo de su obra, como una vía necesaria: vencer por la inteligencia cuanto está gastado en la lírica. "Las palabras son también hechos", escribió Wittgenstein. Las de Ekelüf van marcando hitos de una esencialización vigorizante, intensificando su trama de lucidez. Pero la lucidez del poeta se dirige en primer lugar hacia el hombre, y lo que en su escritura busca es "la perfecta forma de la esfera", es decir, lo que no admite desarrollo, porque, en realidad, el ahora todo lo abarca, y hasta la muerte está en la vida: "contemplo mis manos:/ una mano de muerto en una mano de vivo".

Así pues, la búsqueda de Ekelüf rebasa la palabra, pero la arrastra y la implica: "es el silencio lo que hay que escuchar", porque "lo que he escrito/ está escrito entre líneas". Y además: "toda mi concepción artística es […] la serpiente que se muerde la cola." En esa circularidad -donde late el enigma- se abandona y se recoge todo; se cumple lo que exige "La prueba del agua", significativo poema donde Ekelüf habla de los poetas que le interesan, "los que llevan cuidadosamente/ con manos nerviosas/ un cuenco lleno de sangre / en el que ha caído una gota de leche/ o un cuenco lleno de leche/ en el que ha caído una gota de sangre", para concluir que su deseo es ver "un cuenco lleno hasta los bordes de agua del manantial". La contraposición patente en estas lí-
neas es un salto por encima de la contradicción.

Ekelüf (Estocolmo 1907-1968), antes de cumplir los 20 años partió a Londres para estudiar en la Escuela de Estudios Orientales, estudios que prosiguió en la Universidad de Upsala tras regresar a su país. Su interés por la India y por la obra de Ibn Arabí, su conciencia de la vacuidad y de la ecuanimidad tienen el mismo sentido.

Diván, su obra capital, una trilogía constituida por El principe Emgion, La leyenda de Fatumeh y Guía para el averno, nace de una visión experimentada por su autor en Estambul en 1965, respaldada por la epopeya Digenis Akritas. Por su modo de transmitir en verso unos acontecimientos históricos, esta obra se vincula a la poesía antigua, pero los tonos y la sutileza de la palabra es de hoy, su pureza extrema y su intensidad progresiva, tan delicada, hacen de los versos un hilo de plata surreal. Ekelüf con el ritmo, la intensidad, el color y el movimiento de la acción transmite al lector el trance que le empujó a la escritura ininterrumpida. Así logra de modo múltiple el fin ansiado: ofrecer en la "perfecta forma de la esfera", "el agua del manantial".