Poesía

Los números oscuros

Clara Janés

4 enero, 2007 01:00

Clara Janés

XXI Premio Barcarola. Siruela. Madrid, 2006. 104 pp. 12’90 euros

Amamos el enigma, dejamos que se ensanche a través de los sentidos": probablemente los lectores fieles de Clara Janés verán en Los números oscuros algunas de las más plásticas formulaciones que la autora de Los secretos del bosque haya escrito en los últimos tiempos. En dos títulos recientes suyos, Fractales y Huellas sobre una corteza, se anticipan las cifras de algunos motivos centrales de este libro. La metáfora de las huellas sobre una corteza, materia vegetal desprendida ya de su tronco, "nido del poema", transporta la perspectiva de un decir que se quiere silencio de raíces: "en tan delicado papel sólo el silencio puede escribir su mensaje que desde las raíces se eleva para caer como lluvia de levedad. Sin ser notada debe vivir la pena, dije. Y recogí mansamente mis huellas". También como fractales de una tentativa singular y conflictiva de conocimiento poético se podrían entender estos cuarenta y cinco poemas en prosa, desplegados en series que se abren en varias direcciones desde una única raíz generadora: la alegoría de unos números oscuros que "se mueven en ecuaciones regidas por signos que los arrastran de zonas de luz a zonas de sombra", que "expresan la relación del hombre con el entorno y también con sus semejantes y, por ende: simetría o asimetría, cohesión, ligereza, gravedad o elevación".

La escritura va generando sus propias claves en los textos sucesivos, que remiten a los variados referentes y saberes de la autora, en torno, fundamentalmente, a su concepción de la poesía tal como la formulaba en una poética reciente: "Poesía es secreto. De lo desconocido propio a lo desconocido que está más allá y parece inalcanzable". Por su lógica interna es hermética o esotérica la palabra que busca cifrar como números oscuros tanto las relaciones del individuo con el universo como el conocimiento interior ("Tampoco he despejado mi incógnita: mis números, que son distintos, se perdieron en el bosque de los secretos").

Necesariamente huidizo también es el sentido de las palabras que tratan de evitar su abstracción esencial en el amplio despliegue de imágenes elementales de una belleza tan vibrante como desoladora, pero que constantemente vuelven sobre la insuficiencia del lenguaje y que la subrayan sin ambigöedad en el texto que ocupa el centro mismo del libro: "Las palabras contienen también las cifras y ambas se deslizan por la lengua que las atrapa y que pretende con ellas ordenar el pensamiento, más sólo lo recubre".

Desde el engaño del lenguaje así concebido no sorprende que se reiteren conceptos como nada, vacío, incógnita, misterio, fuga, etc., ya que el pensamiento no puede sino "agacharse para pasar debajo de la cuerda tensa entre la ignorancia y el misterio" o extraviarse en una mística radical: "se alisa el pensamiento hacia la quietud como una hoja dormida que flotara en el lecho del aire, sola, sin rama ni mano, ingrávida de luz". Oscuro resulta, pues, por naturaleza el cifrado de los vínculos de esta voz poética con sus referentes, que los títulos de cada texto instalan ante el lector: "Del misterio", "Del espejismo", "Del cero", "De la incompletitud", "De la incógnita", etc. La contemplación de tales conceptos genera, con todo, la belleza rara del universo sensorial que reviste, como la almendra al fruto, el fondo ascético de esta poesía: "Niega la carnalidad, recógete en la perfección del cristal, que a cristal invita".

Hermética, huidiza, insuficiente siempre es la cifra compleja de aquella razón conciencia poética que parte de la insuficiencia del lenguaje y del pensamiento para desvelar la sumisión a las incógnitas ("Sabe que todo bocado es el vacío") y que postula que el entendimiento de la ecuación oculta de esos números oscuros, "que me piden el acorde de la niebla", es sólo un espejismo porque "su resultado es cero".