Poesía

La Universidad desconocida

por Roberto Bolaño

10 mayo, 2007 02:00

Anagrama. Barcelona, 2007. 459 páginas, 20 euros. "El secreto del mal", por Roberto Bolaño. Ed. I. Echevarría. Anagrama. 182 páginas, 19’90 euros

Joaquín Marco nos acerca a La universidad desconocida, obra del escritor chileno Roberto Bolaño, que tras su fallecimiento, se ha convertido en referencia de algunos caminos por los que discurre la narrativa hispanoamericana de las últimas promociones

La obra y la figura literaria del escritor chileno, tras su fallecimiento en Barcelona a los 50 años, en 2003, se ha convertido en referencia de algunos caminos por los que discurre la narrativa hispanoamericana de las últimas promociones. Es, claro está, objeto de controversia; pero el paso del tiempo no hace sino acrecentar el valor de su radicalidad y sus excesos. Escritor torrencial, su obra se incrementa con nuevas aportaciones gracias al cuidado de su editor, de Carolina López -en representación de los herederos-, que se ha ocupado de reunir y precisar el origen de este grueso volumen poemático (o casi) y de Ignacio Echevarría, editor de una colección de sus cuentos inéditos o casi. Carolina López en una breve nota precisa: "La decisión de publicar La Universidad desconocida responde al profundo respeto que nos produce el amor que Roberto sentía por su poesía...". Parece que su obra poética procede de una ordenación propia, extraída de su ordenador, y en una nota fechada en Blanes en mayo y enero de 1993 aclara las fechas de composición de los textos reordenados (páginas 443-444). A continuación, se ofrece la bibliografía de las primeras ediciones, si aparecieron con anterioridad.

La idea que Bolaño tenía de la poesía en general y de su propia labor como poeta procede de sus anárquicas lecturas de la generación beat estadounidense, de Bukowski y el realismo "sucio", de las lecturas de surrealistas (citados ampliamente), de la poesía provenzal, Rimbaud, de la literatura de la crueldad, del irracionalismo e incluso de algún breve experimento visual (incluyendo una considerable influencia genérica del marqués de Sade) y de una concepción narrativa que le permite intercambiar prosa y poesía. Cuando publicó Amberes en 2002 (Anagrama) incluyó un breve prólogo, que ahora no figura. El breve texto resulta muy estimulante. Indica que escribió este libro "para los fantasmas, que son los únicos que tienen tiempo porque están fuera del tiempo". Se publicó en la colección de "Narrativas Hispánicas", en cuya contraportada se calificaba como novela. Lógicamente el lector no esperaba recobrarla entre textos poéticos. Pero el "Manifiesto mexicano" es un relato que bien podría figurar en El secreto del mal y algo parecido podría asegurarse también de textos prosaísticos incluidos en "Prosa del otoño en Gerona", situadas antes de los "Poemas perdidos", alguno de ellos de gran fuerza expresiva.

Ignacio Echevarría, en una breve nota introductoria a El secreto del mal, alude a una por él calificada "poética de la inconclusión", que dificulta precisar si los diecinueve relatos que se incluyen los dio el autor por finalizados. Proceden también de archivos de ordenador y alguno había sido ya publicado en alguno de sus libros. Hay casos claros de ensayos e, incluso, textos de conferencias: "Derivas de la pesada" o "Sevilla me mata". Pero, como advertíamos al comentar su obra poética, el autor no respetaba la tradicional fórmula de los géneros. En esta conferencia se pregunta de dónde viene la nueva literatura latinoa-mericana y concluye: "La respuesta es sencillísima. Viene del miedo". Del mismo modo arremete con violencia contra la herencia literaria: "el tesoro que nos dejaron nuestros padres o aquellos que creímos nuestros padres putativos es lamentable". El relato que da título a la colección se inicia con una frase que da razón de la técnica compositiva del autor: "Este cuento es muy simple aunque hubiera podido ser muy complicado. También es un cuento inconcluso, porque este tipo de historias no tienen un final".

Algunos de los personajes (Belano, Lima) reaparecen en uno u otro relato. Los hay extensos, como "El hijo del coronel" y otros tan breves como "La jornada del caos". En "Sabios de Sodoma" advertimos dos redacciones, cuyo protagonista es un Naipaul, el premio Nobel, en Buenos Aires, escribiendo una crónica sobre la ciudad. Bolaño lo emparenta con Abbadon el exterminador, de Ernesto Sábato. Ambos formarían parte de "la familia de las obras nihilistas e inmovilizadas por el horror", tesis que muy bien podría resumir el conjunto de la obra de Bolaño. "Laberinto" debe entenderse, a mi juicio, como una parodia de la narrativa francesa estructuralista y "telquelista". No evita, cuando conviene, un cierto sentido del humor, una literatura lúdica. La literatura, la narración de Bolaño está también íntimamente ligada al cine. Algunos de sus personajes, ambientes o escenas se ubican en la cómplice oscuridad del cinematógrafo. Incluso sus poemas están veteados por sombras del celuloide. "Daniela" ¿recuerda Santuario de W. Faulkner? Tal vez, pero se reduce a apenas dos páginas. Unos paisajes urbanos son barceloneses, donde vivió un tiempo; otros recuerdan Castelldefels, donde trabajó, escribió y se inspiró para las prosas o poemas que tituló Amberes. Pero también hay mucho de México y aún más del Chile que abandonó y sufrió. Ya sea en sus relatos o en la poesía transmite una heterodoxa visión de la realidad, expresionista, desgarrada.