Poesía

Obra poética

M. Álvarez Ortega

7 junio, 2007 02:00

Visor, 2007. 2 vols. 712 y 742 pp, 20 e. Devenir, 2006. 318 p, 12 e.

Manuel álvarez Ortega (Córdoba, 1923) se le deben, entre numerosas traducciones de poetas franceses contemporáneos, dos antologías fundamentales: Poesía francesa contemporánea (1967) y Poesía simbolista francesa (1975), fuentes ambas de las que en su momento bebieron muchos. Pero ante todo se le debe un reconocimiento mucho más amplio del que este poeta de culto durante los años 70 ha recibido en las últimas décadas.

Su voluntario apartamiento, su radical fidelidad a una poética muy personal, su enorme potencia imaginativa y la hondura misteriosa de su escritura han hecho de álvarez Ortega un caso único en la poesía española desde la posguerra hasta hoy mismo. Desde la poesía elegíaca de sus comienzos, semejante en sus temas -pero muy distinta- a la del grupo Cántico hasta la magnífica depuración conceptual de sus últimos tiempos, el mundo que este poeta ha creado en los 35 libros ahora reunidos refleja una densa unidad de tonos y formas cambiantes pero siempre presidida por el rigor de su riqueza verbal y metafórica y por una ardua y empeñada voluntad de conocimiento trascendente que persigue la sombra de una imposible pureza. La cita de Alfred Jarry que abre Aquarium -"On n’y percevait plus les accidents des choses, mais la substance de l’univers"- podría servir de lema para esta escritura cuya verdad se ha ido forjando en la búsqueda misma: a pesar de la minuciosa selección del autor recién publicada ninguna antología, en mi opinión, puede representar lo que sólo la lectura demorada de la obra desenvuelve en su totalidad, como una compleja sinfonía en la que todo se relaciona en espiral sin fin.

Adscribir la obra de álvarez Ortega a corrientes estéticas como el simbolismo o el surrealismo es reducir su originalidad. Son muchos y muy diversos los estímulos estéticos que podrían detectarse en ella, y el poeta no los oculta, pero los códigos de su escritura son radicalmente personales porque la tensión de sus poemas, inevitablemente reiterativos a veces, se establece por la agónica conciencia de la nada enfrentada a una búsqueda metafísica creciente pero siempre basada en la torrencialidad sensorial que impone la gran variedad del mundo material que es su sustancia necesaria. Todo lo que hay de onírico y visionario en esta poe-sía pocas veces se nos ofrece como gratuito y siempre actúa al servicio de la expresión de un sujeto dialogante instalado en la realidad que trata de alcanzar por la escritura el decir de "la existencialidad y la esencialidad del poeta".

Así lo afirma el autor en sus reflexiones poéticas de Intratexto (1997), que hubiera sido un buen complemento de esta recopilación; a la que, al menos, le habría convenido un mínimo de presentación y corrección editorial. Belleza y terror, el mundo poético de álvarez Ortega materializa con admirable coherencia la valía de una búsqueda tan verdadera como interminable desde el convencimiento paradójico de que "la poesía es verdad porque es imposible".