Poesía

Otras voces

28 junio, 2007 02:00

Nada menos que treinta y ocho años han esperado las Iluminaciones de Rimbaud en versión de Antonio Colinas para su publicación en Devenir (Madrid: 2007). Aunque Rimbaud no se deja domesticar por nadie, aquel joven Colinas logró imprimir en su traducción una personalidad propia que, con los años, ha madurado, pero no ha cambiado. Leer estas Iluminaciones es escuchar dos voces al unísono.

En su recopilación Poemas filosóficos (Madrid: Hiperión, 2007), Alberto Acereda propone una nueva manera de leer al Rubén Darío de siempre. Los mismos poemas, desde otra perspectiva: epistemológica, espiritual, esotérica. Y, además, en edición impecable, desde una introducción rigurosa hasta una bibliografía ponderada, pasando por notas filológicas imprescindibles. Relector perezoso, no tiene usted excusa.

Desconfíe, lector, desconfíe. Abandone su fe en los popes del verso, ésos que estúpidamente interpretan la humildad como mediocridad. Vaya a la pág. 107 de estos 50 poemas (Sevilla: Renacimiento) exquisitamente traducidos por Juan Bonilla y escuche a un presunto poeta menor: "Dicen que es triste mi poesía, no me extraña. / Su estrecha medida abarca / lágrimas de eternidad y de pena. / No mías, sino del hombre". No se deje engañar. Que no lo manipulen. Lea a A. E. Housman.

"El que escribe es consciente del milagro / continuado del don de la paloma". Dos versos como éstos justificarían la concesión del V Premio Emilio Alarcos a Federico Gallego Ripoll. Pero Los poetas invisibles (y otros poemas) (Madrid: Visor, 2006) ofrece más: un juego lírico-narrativo entre la polifonía y la introspección de inspiración whitmaniana. Para una experiencia poética diferente, ábrase el libro por la página 75: "Nada detiene al agua", o el vértigo sensorial de la palabra.