Image: Las sombras

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Poesía

Las sombras

José Antonio Muñoz Rojas

15 noviembre, 2007 01:00

José Antonio Muñoz Rojas. Foto: Javier Martínez

Pre-textos. Valencia, 2007. 66 pp., 12 euros.

Con la publicación de Las sombras la editorial Pre-Textos añade un nuevo título a la recuperación de la obra de José Antonio Muñoz Rojas (Antequera, 1909), un rescate que ya había iniciado en 1989 el profesor Cristóbal Cuevas con una espléndida edición antológica del poeta publicada en la malagueña colección Ciudad del Paraíso. Se nos ofrece ahora por primera vez la ocasión de leer exentos y completos los poemas en prosa de Las sombras, una parte sustancial de los cuales se publicó, junto con Las musarañas (1957), en la tercera edición de Las cosas del campo (1976) y recientemente (2005), con la supresión de dos de ellos, en uno de los cuadernillos inaugurales de la colección "El Castillo del Inglés" de Málaga.

En la edición que reseñamos se restituyen los dos textos ausentes en la anterior -"Carta a tía Petra la monja" y "Sombra apasionada (Carta a Joaquín Romero Murube)", suprimidos, según se indicaba, por tener "un carácter distinto al de los demás"- y se añaden cuatro textos nuevos, entre ellos "Las palabras", que cierra el conjunto en una vibrante afirmación del lenguaje. Precisamente por venir de quien con frecuencia ha aludido a la insuficiencia de las palabras para decir del todo lo sentido y vivido, resulta más significativo el hecho de que se inscriba aquí, como conclusión, un homenaje teñido de la emoción que impregna el libro todo: "Palabras, oficio de corazón tenéis, mansas al deseo como un animal que se entrega, vosotras, consoladoras supremas, huéspedes del alivio".

"Hay afortunadamente algo que escapa a la palabra", dice el poeta en "Otra sombra". Difícilmente puede ser más clara una poética cuya tensión radica en esa imposibilidad, última y necesaria, de responder a los estímulos de la realidad vivida. Y es que, continúa Muñoz Rojas, "el corazón es un pájaro loco y enjaulado al que llama el campo y que rompe sus latidos contra la jaula. El campo contesta siempre. La memoria también. ¿Espejos? ¿No te ves? Y ¿qué sombra si es sombra de verdad no acude fiel a su llamada?".

Estos veinticuatro poemas en prosa componen un luminoso teatro de sombras animado por un ejercicio complejo de evocación que convoca muy distintos estímulos y tiene como resultado una rica variedad de registros y, sobre todo, una mantenida capacidad de emocionar al lector. Francisco Ruiz Noguera ha señalado al respecto que estas sombras son "el recuerdo, pero un recuerdo vivo: la presencia de lo vivido en otro tiempo incorporada, como una realidad más, a la vida presente". Varios tipos de textos se van alternando y establecen las diversas modulaciones de una evocación iluminadora. Por un lado, chispeantes retratos de personajes de la infancia, trabajadores de la casa -"Churriquitipé", "Remedios", "La Benina", etc.-, la deliciosa "Carta a la tía Petra la monja"; afortunadamente recuperado aquí, y otros en los que la emoción introduce una mayor tensión elegíaca, particularmente en "Sombra de sangre" y "Sin sombra", este último una forma especial de evocación de la madre, muerta antes de haberla podido conocer el autor, "espejo de una sombra necesaria", y que es uno de los más emocionantes del libro: "Eres como un túnel de mucha ternura y sin fin en el que me hundo y me encuentro […] Faltó la presencia y la figura," -aquí el guiño intertextual templa el patetismo- "aunque un roce, un halo haya estado presente y nos haya salvado".

Apoyado en las sugerencias sensoriales y en la riqueza léxica, otro lirismo más depurado se crea en los textos descriptivos en los que la naturaleza toma protagonismo, como en "Planta salvaje", "Sombra en el río", "Sombras de olores" o la hermosa "Carta a abril", impregnados de emoción de realidad. Otros, más misteriosos y abstractos, en fin, nos sitúan en ese territorio en el que el lenguaje alcanza los límites de lo expresable y deja abierta la sugerencia de sus sombras a la identificación intelectual y, sobre todo, sensorial del lector: "Otra sombra", "última sombra", "Nunca sombra". Ha sabido el poeta en todos estos poemas sustituir la cadencia del verso por la cadencia interior de la sintaxis en una prosa que avanza matizando, que fluye dando protagonismo al ritmo de las enumeraciones y variaciones. De ello son ejemplo especial dos textos que se presentan como variaciones de otros: "Sombras amigas II" (de "Las sombras") y "Sombra sin nombre" (de "Sombra de pena").

"Vivir no es otra cosa que un discurso,/ una adición de sombras incesantes", ha dicho Muñoz Rojas en otro lugar. Así, esencialmente afirmativa, se presenta la elegía de Las sombras, testimonio de vida nutrida de nombres y de presencias, de vida intensa, y sabia, y larga.

Cuatro preguntas para José Antonio Muñoz Rojas

1. ¿Que aportan los poemas inéditos de Las sombras a la obra de J. A. Muñoz Rojas?

- Creo que no demasiado, son una secuencia de la obra entera.

2. Poeta al borde mismo del siglo, ¿que pesa más en su escritura, el tiempo o la palabra?

- Las dos cosas están muy ligadas, y no se cual de ellas puede pesar más.

3. De todo lo escrito, ¿que rescataría hoy?

-Yo creo que casi nada o casi todo.

4. ¿Tiene la sensación de haber cumplido o nuevas lecturas le animan a seguir escribiendo?

-La verdad es que no tengo la sensación de tener que seguir cumpliendo.