Poesía

Lúpulo Fernándes da Silva

Miguel Bermejo

3 enero, 2008 01:00

Icaria. Barcelona, 2007. 65 páginas, 9 euros

Es el mecanismo del conjuro, de la fragmentaria lírica griega, de las divinas palabras de Valle-Inclán: entender a medias ejerce sobre la mente humana una fascinación poderosa. Qué le vamos a hacer: nos gusta el misterio. O tal vez, simplemente, la libertad de interpretar las palabras a nuestro antojo y conveniencia.

único en su género, Lúpulo Fernándes da Silva es probablemente el cuento infantil más sofisticado de todos los tiempos. Denominarlo cuento de niños para adultos sería una exhibición de optimismo inútil -inútil la exhibición, inútil el optimismo-: descodificar imágenes de mesurado delirio - "la mosca (mitad animal, mitad aparato eléctrico)" (p. 37)-, racionalizar secuencias rítmicas como vudú -" muy cruel ama/ animales grandes acostados/ muy cruel lanza/ manzanas contra erizos/ muy cruel lava/ dientes en mujer" (p. 43)- o no pestañear ante símiles que suenan a parábola -"Como esas escamas que arrancan los gatos/ al afilar sus uñas en los árboles/ así saco palabras de vosotros" (p. 49)- son trabajos de Hércules. Contar a los niños el cuento del lobo Lúpulo Fernándes da Silva antes de dormir es garantía de insomnio para padres e hijos. Cerramos el libro, pero continuamos procesando datos. Necesitamos saber qué significa lo que escapa a nuestra comprensión. Es un placer elemental, como arrancarse postillas.

Nada en estas sesenta y cinco páginas es convencional. Nada. Es un libro sobreelaborado: "De ti, Lúpulo, tomo directamente tu garganta tanto tiempo guardada en harina de centeno, clavada en la pared como reliquia de santo esperando a oscuras nuestras enfermedades" (p. 49). Pero es también una prosa infraescrita, cruda: "Lobo atadece/ bueno jugar/ corre por hierba/ hermano más corre/ potro salta blanco/ corre más padre / lobo gris/ salta" (p. 45). El poeta maltrata al lector, lo somete a una tensión insoportable, pone a prueba nuestra resistencia al enigma. Que es -como sabemos- escasa.

No nos rendimos. Miguel Bermejo no se saldrá con la suya. Ni los sistemas más herméticos carecen de fisuras en su blindaje. Tarde o temprano, resolveremos la incógnita de Lúpulo Fernándes da Silva, el lobo emigrante con epitafio y latente complejo de Edipo. La locura también tiene su método. Más que literatura, hipnosis sublime.