Image: Primer cuerpo... Último mar

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Poesía

Primer cuerpo... Último mar

Adonis

31 enero, 2008 01:00

Adonis. Foto: Archivo

Trad. de Rosa-Isabel Martínez Lillo. Huerga & Fierro. Madrid, 2007 199 páginas, 12 euros

Que Adonis (Siria, 1930) es uno de los grandes poetas del momento, no sólo en lengua árabe sino dentro del panorama de la poesía en general, lo avalan no sólo algunas circunstancias noticiosas -ésas que no siempre dan la verdadera talla de un autor, como el que sea últimamente uno de los más firmes candidatos al Nobel, junto al coreano Ko Un-, sino no pocas razones subjetivas, como son las del caudal de su voz -muy en la línea de la poesía tradicional árabe y en contraste siempre con la ramplonería y la sequedad que hoy priman-, o la originalidad de la misma. él parece someter cada nuevo libro a ese caudaloso lenguaje, que es un verdadero don, a un proyecto creativo previo siempre original y fecundo. De ello son buena muestra los tres libros que han sido últimamente traducidos y editados entre nosotros: El Libro I (Ediciones de Oriente y del Mediterráneo, 2005), Singulares (Linteo, 2005) y éste es mi nombre (Alianza, 2006). También, en el horizonte inmediato, se encuentra otra obra, Mihyar el de Damasco, que llegó a nosotros traducida y prologada por Pedro Martínez Montávez y con la colaboración de la traductora de la que hoy comentamos.

Cada libro de Adonis supone la superación de un reto: el de mantener brillantemente la forma y el contenido del mismo, distorsionando ambas, sacándolas de los lugares comunes y, en definitiva, salvando siempre esa tensión y brillo que caracteriza a sus versos. El poema es también en Adonis microcosmo que proporciona al texto y a su lector mensajes innumerables. Me refiero a que dicho texto no posee un sentido lineal, sino que en él la palabra se diversifica en significaciones múltiples, en una especie de juegos de espejos que el autor va distribuyendo en su libro cuidadosamente, atento a que el bello espejismo de las palabras no se quiebre; o a que éstas se queden en meras acumulaciones retóricas, en las que el plan previo del libro aflore por encima del mensaje de fondo. Afortunadamente, esto no sucede en los libros de Adonis. A la vez, ese poema de poemas que parecen ser sus libros, se ve sometido a una gran concreción en el que hoy comentamos, de tal manera que cada poema mantiene su preciada unidad, está sometido a una síntesis expresiva muy depurada.

Pero no falta tampoco aquí ese plan previo que siempre encontramos en Adonis; esa visión de conjunto que responde al carácter de un poema sinfónico provisto de muy significativas partes, como la "Obertura" inicial o el "Vocabulario", en el que las letras del alfabeto le sirven para entregarnos los poemas más breves y concentrados, los que dan la talla de un poeta que usualmente parece fiarlo todo a lo torrencial. Luego, en repetidas secciones, como "Música" u "Ola", Adonis desarrolla el tema central de este libro: el de la mujer. Pero no satisfecho con este desarrollo natural y lineal de su libro, lo cierra con otras secciones que suponen nuevos retos creativos bien resueltos: una nueva inmersión en el tema del alfabeto, "Talismán", en torno a las partes del cuerpo de la mujer y un "Glosario", quizá prescindible, de muy pocos nombres propios, que nada aportan al lector, en la medida en que el mensaje prioritario del texto no se basa en resonancias eruditas sino en su encendido, poético desarrollo.

Es, sobre todo, este libro un hermoso poema de amor, expresado a través de esa fusión -tan de Oriente- con la totalidad del mundo y, en especial, con los símbolos de la naturaleza. El macrocosmo de ésta se revela así por medio del microcosmo del cuerpo de la amada con una riqueza sabia, variadísima. Pareciera como si Adonis se hubiese propuesto escribir, con palabras nuevas y con nuevos sentidos, sobre un tema muy presente en la tradición poética árabe y por ello doblemente dificultoso. El resultado es muy convincente. El poeta cumple así con su misión primera que es la de ir con su palabra siempre más allá de donde han ido las palabras de los poetas que le precedieron. Imaginamos también la sugestiva aventura que ha debido de suponer traducir este texto, que exigía una gran preparación previa para abordarlo, pero que ha sido resuelto por la traductora de manera muy brillante, melodiosa y convincente. Se salva así en esta versión, más allá de las exigencias y rigores de la lengua, el espíritu del texto poético, que no otro es el reto primero del traductor de poesía.