Poesía

Otras voces

Eugenia Domínguez, Juan Antonio Palao Errando, Lionel Ray

9 octubre, 2008 02:00

- Las tres paradojas de Eugenia Domínguez. Una: contra todo pronóstico, La música de las esferas (Torremozas, Madrid, 2008), más que de sonido, habla de silencio. Dos: acallando los decibelios de varones ilustres como Bach, Beethoven o Rimbaud (grandes músicos, los tres), la voz más potente es la de los grillos, "insectos con el alma de arco iris". Tres: "No pretendas que te llamen poeta. / Si lo eres, lo Eres en el centro, / más allá de títulos y clanes". Poesía entre lo mítico y lo místico que (muy pitagóricamente) hace de la sinestesia un modo de panteísmo.

- "El éxito, la paz de espíritu, la alegría, / sólo pueden ser producto / de haber sabido apropiarse / del secreto de la vida. / Y ése lo tengo yo, hijo de puta. / A ver si tomas nota". Esto es la autoayuda según Juan Antonio Palao Errando, cuyo Campo vacío (Pre-Textos, Valencia, 2008) rebosa escepticismo de cínico que se compadece hasta de los mismísimos ángeles, las "almas bellas", los que no cayeron: "Pobres ángeles, parecen habitantes compungidos / del primer mundo mirando las noticias". Un canto al no future, treinta años después del punk.

- Porque hay vida después de Nothomb, Lionel Ray antologa en Poesía francesa contemporánea (Lancelot, Lanzarote, 2008) a Dupin, Bancquart, Janvier, Esteban, Rognet, Ristat, Velter, Tellermann, Goffette, Delaveau, Maulpoix, Para, Dreyfus, Barbarant, Rouzeau y Baros. Y, por supuesto, a Portante y sus
vértigos apenas fijados, como "No soy yo quien te engendra, son los muertos" o "Alguien descrucifica los suspiros clavados al piano" ("alguien el ciervo dorado o su saliva que / sube hacia el origen ha hecho una cruz en la montaña"). Francia, amigos míos, es grande. A. Sáenz de Zaitegui