Entretiempo
Juan Lamillar. Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2008. 96 pp., 11’90 e.
19 junio, 2009 02:00Juan Lamillar.
En una nota final explica el autor que "entretiempo" debería entenderse "como referencia a ese tiempo no por metafísico menos cotidiano: somos y estamos en el tiempo y, en cada instante, entre dos tiempos", lo que pone en evidencia la importancia del peso que el tiempo -si es tema clásico, no menos es preocupación vital- alcanza en su discurso y que éste trataría de detener, si bien su esencia no puede ser otra cosa que su fugacidad, de ahí que se interrogue: "¿Para qué nombrar / lo que siempre está huyendo? / ¿Qué pueden las palabras / frente al oscuro mar que nos espera?". Casi es ocioso que tales preguntas no tienen respuesta; o sí: fijar la palabra en el tiempo es la tarea de la poesía, hacer del instante un atisbo de eternidad, lograr lo imposible o, como se lee en "La luz de la palabra": "cobrar el vuelo / de un azor invisible". Para lo que aparenta ser una falta de sentido se apunta una explicación en este mismo poema, el inicial: es el deseo quien impone la escritura.Juan Lamillar (Sevilla, 1957) tiene demostradas en una amplia lista de libros (Muro contra la muerte, Música oscura, El arte de las sombras, La hora secreta) sus dotes poéticas y su buen sentido del ritmo, lo que le permite escribir, entre otras formas, algunos sonetos de impecable factura. Todo este saber está puesto al servicio de poetizar a partir de una diversidad de motivos -los rostros pintados en El-Fayum, la música de Bach, la matanza del 11 de marzo, lo impenetrable de un bosque, etc.- que resultan en general próximos y con un lenguaje ni plano, ni recargado, lo que da cercanía y una cierta calidez a la voz poética.
En la mayor parte de los textos el asunto del que se parte desemboca en una anotación sobre lo efímero del tiempo, su poder destructor y, por tanto, la muerte que está ahí a la espera, guardando, como la momia de uno de los poemas, "en el cegado hueco de sus ojos / las posibles respuestas". Pero está también la vida, sus goces, el cuerpo deseado y, así, no falta una apelación al carpe diem, como es "Los libros", donde se llama a abandonar la vida retirada en la lectura y salir a la calle y dejar "que la savia de los libros / ascienda en su saber hacia otro cielo". Algo de esa savia circula por las páginas de Entretiempo.