Image: José Luis Rey, premio Loewe de poesía

Image: José Luis Rey, premio Loewe de poesía

Poesía

José Luis Rey: "La gran poesía me produce placer. Sólo la mediocre es indigesta"

“Debo a los poetas de la experiencia saber por dónde no debo ir"

27 noviembre, 2009 01:00

José Luis Rey, por Gusi Bejer

Pregunta: ¿No es una temeridad ser un barroco en esta época tan simplista y elemental? Respuesta: La poesía debe arriesgar. Soy un barroco porque considero la vida como escritura exaltada del mundo. P: ¿No está sobrevalorada la juventud poética? R: Rilke dio lo mejor de sí al final de su vida. La poesía mayor se escribe en la madurez. En mi caso, esta madurez está llegando ya. P: ¿Qué poetas jóvenes le interesan más? R: De mi generación, Pérez Azaústre, Javier Vela, Antonio Lucas o F. León. Entre los menores de 30, David Leo García. Todos escribimos ya alejados del realismo plano de la generación anterior; por eso me interesan. P: ¿Cómo puede ser barroco y moderno? R: Rimbaud era barroco y moderno. Lo barroco está en el énfasis vital; lo moderno, en la mirada. Mi poesía es enfática y observadora; o eso espero, al menos. P: Dicen que su premio abre una puerta a una nueva generación poética. ¿No estaban instalados ya? R: Desde hace unos años los poetas de mi generación están publicando en las mejores editoriales nacionales. Ya tomamos el Palacio de Invierno; el Loewe es sólo la confirmación de que la alterna-tiva está ahí. P: ¿Por qué Córdoba es hoy una de las capitales poéticas españolas? R: Porque hay varias generaciones en activo y un gran fervor por la poesía. Entre mis maestros cordobeses están López Andrada y Clementson. Y quiero mucho a los poetas cordobeses de mi generación; juntos hemos andado un largo y heroico camino, y lo que nos queda. P: Si existiera lo que han dado en llamar mafia poética cordobesa, ¿quién sería el capo de capi? R: Siempre Góngora. P: ¿Y quién preferiría ser usted en la familia, el consigliere, el matón, quizá el traidor...? R: Ni Michael ni Fredo ni Sonny. Elijo al prudente consigliere Tom. P: ¿Qué tiene Góngora que no tengan los poetas más jóvenes? R: La perfección absoluta. Góngora y Mallarmé pertenecen a una estirpe superior en la poesía europea: la del poema que se piensa a sí mismo y es capaz de medirse, desde su independencia, con la realidad del mundo. P: ¿Qué le debe como poeta a los Novísimos? R: Mucho. Para mí está claro que son la única generación comparable a la del 27. Les tengo una gran admiración personal y estética. P: ¿A García Baena? R: Todos los poetas cordobeses le debemos el ejemplo que nos da cada día, un ejemplo estético y moral: el de un poeta verdadero que no necesita capilla ninguna para perdurar. P: ¿Y a los poetas de la experiencia? R: Mucho: saber por dónde no hay que ir. P: Prefiere a los poetas de los 70 que a sus contemporáneos, ¿van a perdonarle sus compañeros de generación semejante declaración de principios poéticos? R: Sí, porque también están luchando por devolver su brillo a la palabra poética y, en eso, como en todo, los del 70 son el gran ejemplo a seguir. P: Parafraseando uno de sus poemas, ¿qué le resulta literariamente más indigesto? R: Me divierte mucho leer mala poesía. Y la gran poesía me produce placer. Sólo la mediocre es indigesta. P: ¿Y personalmente? R: Que las personas no estén a la altura de su obra. Siempre he admirado la obra de Quevedo, pero no era buena persona. El ejemplo de Góngora fue mejor. P: ¿Quién, qué, es el dragón más temible para un poeta? R: La historia humana, y hay que agradecer que pase volando sobre nuestras casas sin arrastrarnos en su fuego. P: ¿Y el escudo, que le vuelve invulnerable contra él? R: Contra los desastres de la historia, siempre la poesía. Pero no como un arma cargada de futuro, sino como una realidad moral vivida intensamente. P: ¿Y contra la crítica? R: El derrocado García Martín me vacunó pronto contra todas las críticas. Los que no comprenden mi poesía, sin embargo, no me caen mal. A mí siempre me ha gustado discutir. P: ¿Dónde empieza su noche blanca? R: La noche blanca empieza en el lenguaje, que es la noche oscura del alma. Pero la poesía encarna en el lenguaje y le da el color blanco de lo verdadero.