Image: Hypnos en la ventana

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Poesía

Hypnos en la ventana

María Sanz

16 abril, 2010 02:00

María Sanz. Foto: Esther Lobato

Algaida. Sevilla, 2009. 41 páginas, 12 euros.


Todos tenemos nuestro Momento María Sanz (Sevilla, 1956): ese instante inesperado en que un autor que nunca nos ha entusiasmado, de repente, empieza a gustarnos. En una primera lectura, Hypnos en la ventana nos pareció una continuación cabal de la poesía de la sevillana: una mujer se mira a sí misma con ojos de lírica pura. Y a nosotras, que nos interesa el caos y el ruido, no nos llama la atención. Pero, tres veces leída, Sanz nos hace notar versos como "Larga paz al deseo, / a la luna sangrante / sobre un lecho vacío", y nuestra mente entra en modo Hypnos, un estado de tensión emocional y suspensión temporal de la manía de querer entenderlo todo. Con las palabras más suaves, María Sanz dice las cosas más duras: habla de "este error continuo donde instalé mi vida", aventurando: "Si alguien decidiera contemplarme / en esta oscuridad donde malvivo, / tal vez se cegaría lentamente, / abocado a la sima de mis ojos". Nos intriga ese "decidiera", que insinúa que incluso para ser compadecidos (no digamos ya admirados) necesitamos que primero alguien se fije en nosotros. Y ahí precisamente radica la dificultad de ser singularizados: en ser percibidos.

Hypnos en la ventana atiende a protocolos viejos (el jardín, el agua, la noche) y nuevos (un vestido de Elie Saab, el hotel Timeo de Taormina). A las palabras más estáticas, Sanz les añade una connotación de verdad que las vuelve móviles, vivas: "Es triste ser el único habitante / de las cosas amadas, que no exista / más aliento que el mío sobre ellas". A diferencia del común de los mortales, María Sanz confía más en la perspectiva que en el detalle, como si la proximidad del objeto fuera una forma de agresión. Se trate de estatuas, hombres o dioses: el bosque le resulta mucho más interesante que los árboles.

A través de esta ventana se escucha una voz entre mítica y real: hijo de la noche y hermano gemelo de la muerte, Hypnos es el sueño de una poeta lúcidamente despierta. Y a la quinta lectura, sabemos, sin duda alguna, que sí, que habrá una sexta.