Hace triste
Jordi Virallonga
16 julio, 2010 02:00Ahora bien, esa voz no se amilana, sino que se inserta en la tradición de la sátira, en la cual el poeta fustigat mores (golpea las costumbres), con abundantes muestras ya en la antigüedad o en la poesía española del XVII y que llega hasta, por ejemplo, a las páginas de Salmos al viento de José Agustín Goytisolo, y denuncia e increpa a los responsables de tal situación que resultan ser los todopoderosos, los ejecutivos y toda una galería de personajes de nuestra sociedad actual y, entre ellos, no podían faltar "quienes representan al pueblo" y todo aquel que "prohíbe, amenaza, coarta, limita, multa" y también quienes entienden que el tiempo sólo significa "que el futuro dé dinero".
Jordi Virallonga (Barcelona, 1955), profesor de literatura, ha elegido un lenguaje que se acerca al coloquial e incluso utiliza palabras gruesas, como sucede en la lengua de la calle, expresión de la rabia, de la tristeza que produce el ver que el mundo está mal hecho, mal gobernado. Y es elección oportuna porque esa modalidad de habla, el tono conversacional, acerca al lector lo que se dice y produce un efecto de cercanía y de sinceridad, lo que se potencia con el empleo de un tú a quien se habla, tú que a veces es también el desdoblamiento del propio yo. La elección poética, pues, es la de un decir moral en su sentido más estricto.
Ahora bien, frente a aquellos a quienes se acusa, Hace triste pone en pie otra casta, aquellos que tienen como marca la pasión, quienes se resisten a aceptar ese mundo "repodrido" y resisten en lo que se plantea como un combate, del que estos poemas serían una de las batallas que, como ha de juzgarse por la eficacia de se escritura, esta llamada a la victoria.