Poesía

Alfabeto de cicatrices

Ana Pérez Cañamares

23 julio, 2010 02:00

Baile del Sol. 2010. 110 pp., 10 e.


La vida empezó/ cuando aposté y perdí". Es una manía que tengo: a cada libro le busco la espina dorsal -una sola frase. Éstas son mis siete vértebras para Alfabeto de cicatrices.

Ana Pérez Cañamares (Tenerife, 1968) es una mujer tranquila. Comprende que esto no hay quien lo arregle: nuestras vidas parecen de protección oficial, con poca luz y apenas espacio para no volvernos locos. En estos pocos metros cuadrados que llamamos mundo, la individualidad se nos disuelve en una masa que reconocemos como territorio personal ("soy ésa que, de pie, vencida, nos odia"), abocando nuestro sentido de la otredad a una ironía sin ningún glamour existencialista.

Ana Pérez Cañamares no pierde la calma. Asume que las personas que ella es (la mujer, la madre, la asesina sin víctima o ésa otra que mató a Dios) coincidirán alguna vez en alguna parte y formarán una criatura con significado. En Ciudad Cañamares, todos están desubicados (árboles, buenas intenciones, la ambición de quien proclama "hoy me follaría a los reyes magos"). Peor aún, no saben cuál es su sitio, ni siquiera si existe. Desalojados de nosotros mismos, nos hospedamos en las cosas, o más bien en la sensación de control que nos da la VISA: "Hay días en que parece/ que cualquier objeto/ recién comprado/ va a tener el poder/ de cambiarlo todo".

Ana Pérez Cañamares no grita. Su poesía es una elegía encadenada que nos insta al aprendizaje del dolor. Un inteligente ensayo sobre la infinita capacidad humana para la tristeza y la compasión.