Image: Poesía completa. (60 poemas ci para cantar)

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Poesía

Poesía completa. (60 poemas ci para cantar)

Li Quingzhao

15 abril, 2011 02:00

Edición de Pilar G. España. Ed. del Oriente. 208 pp., 18 e.


En la obra de la poeta china del siglo XII Li Quin gzhao, considerada por los estudiosos de ayer y de hoy como la más importante de su país, se dan los componentes emblemáticos de la poesía china tradicional, por los que no sólo ésta es un referente seguro entre las literaturas mundiales, sino también por su remoto origen, en el que ya se dan muchas de estas características -a veces sencillísimas, pero siempre iluminadoras (las de un sutilísimo pensar)- que la distingue. La presencia de una naturaleza armónica en la que el poeta lleva a cabo la contemplación es también en esta poeta (c. 1084 - c. 1150 ó 1155, pues la fecha de su muerte es aún más imprecisa), primordial, el escenario en el que sólo se puede revelar el canto en su pureza, como en Hesíodo, la palabra revelada.

Esta contemplación la logra el poeta inmerso en la misma naturaleza o, a veces, desde un patio, una ventana o cualquier otro ámbito del pabellón campestre, con lo que se agudiza la angustia del que contempla, como sucede en el caso de Li. ¿Angustia por quién? Por alguien ya muy presente en la remota poesía china de los orígenes: el amado o la amada ausentes. Sin embargo, en esta poeta hay una fina ansiedad elegíaca que la distingue. De esta ansiedad brotan otros sentimientos como son la tristeza o la soledad, en la que hay una especie de doble sentido, pues también puede ser grata, por hallarse en ella la plenitud que no conceden ni los perfumes, ni "la copa de ámbar / colmada de espeso vino", ni las "esmeraldas / o los profundos rubíes". Hay también, desde esa ansiedad por el ausente otra derivación hacia el tema del viaje, muy presente también en la tradición oriental. El amado, vaya o venga, está en el remoto camino, al albur de circunstancias desconocidas y ello acrecienta la angustia de la que espera. Por otra parte, esa soledad del que canta está sometida a otra angustia terrible: la de la guerra, la de las invasiones "de los bárbaros", la inestabilidad social. Este tipo de situaciones llevan a la misma Li a emprender un viaje que dura meses en busca de su esposo, "llevándose quince carros llenos de libros, caligrafías y objetos de arte", como nos recuerda Pilar G. España en el preliminar de esta edición.

Siendo el amor clave en la poesía china, el de Li y de su marido es muy especial por darse en él componentes que lo enriquecen, como ese otro amor a los libros y a la cultura que parece ser otro nutriente que enciende la relación. También hay en esta poesía esa huida a la inversa "de los ciudadanos a los montes y bosques", dice la propia Li, en sus apesadumbrados últimos años de viudedad y de enfermedad, en los que la soledad conduce a los frutos del canto. En este caso, el poema goza de unas características que dependen de la brevedad y de la musicalidad, hasta el punto de que se habla de un nuevo género, el ci, una "especie de canción sin melodía"; poemas que responden a patrones musicales y que por ello obligan a la autora a reforzar la concisión y la música de las palabras.

Sin embargo, lo que cuenta es el mensaje del poema, que viene impuesto por otros valores; a veces muy reiterativos en la poesía oriental, como el de la presencia de determinados símbolos (las estaciones, el río, la luna, la lluvia, la nieve), pero que son utilizados por esta poeta para un fin más alto: el de lograr la perfección del poema (pienso, por ejemplo, en "Recolección de moras" o "Como en sueños"). La eliminación de la puntuación o de las mayúsculas transforma el poema en atmósfera. El poeta se ha olvidado del mensaje tópico, por más que el verso final conduzca a la rotundidad de la "pena". Pero lo que cuenta es ese aroma de la palabra que, gracias también a la traductora-poeta, transforma el verso en algo más. Eso es la poesía.