Image: Del camino a Oku

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Poesía

Del camino a Oku

basho

9 diciembre, 2011 01:00

Basho, visto por Hokusai

Versión de Jesús Aguado. DVD. 159 páginas, 15 euros

El poeta japonés Matsuo Basho (1644-1694), ha quedado entre nosotros como el gran maestro del hai-ku o hai-kai. Ello le llevó a ser considerado como representante emblemático de este tipo de composiciones ya en su tiempo y creando escuela, y en nuestros días, cuando ha dado lugar a una nutrida serie de imitadores sometidos, con más o menos rigor métrico, al ejercicio de este género. Pero con frecuencia nos olvidamos que Basho fue sobre todo un maestro no sólo por poeta sino por la persona que en él se dio. Fiel a un magisterio propio de la sabiduría de Extremo Oriente, para él no había literatura sin vida, de ahí el que ésta haya sido el verdadero paradigma de su obra.

De sus composiciones poéticas se han hecho varias ediciones entre nosotros, pero debemos destacar ésta preparada por el poeta Jesús Aguado, el cual, por su conocimiento de los temas de Oriente, hacen de él la persona ideal para abordar la aventura de este libro, en el que tanto pesan los poemas de Basho como los que reconocemos como sus deliciosos Diarios de Viaje. De éstos sólo conocíamos uno en versión española, pero ahora Aguado nos ofrece cuatro, acompañados de una cronología, de un prólogo sentido y orientador y de más de un centenar de jugosas notas.

Descendiente de una familia de samuráis, Basho decidió centrar su vida en los estudios literarios. Esa decisión le llevó al monasterio y a profundizar en el zen, pero, también el prioritario afán de amor a la naturaleza y su afán de fundirse con el Todo, propio del místico, le condujo a una vida de peregrinaje, gracias a la cual recorrió gran parte de su país. Tampoco hay que olvidar su etapa de quietud en una cabaña en Yedo, aunque de nuevo saldrá a los caminos para educar a nuevos discípulos, con un último viaje al norte, hasta su enfermedad y muerte en Osaka, donde reposan sus restos.

Esta sintética e inusual biografía nos sirve para enmarcar el libro que comentamos, que yo subordinaría al simple placer de leerlo; ante todo por lo inusual del género (esa mezcla entre libro de poemas, diario, crónica y narración), pero también por ser una obra muy sugestiva, en la que tanto pesa la experiencia vital y la sabiduría. Por otra parte, observamos que en este volumen los hai-kus no responden a una construcción poemática, sino que el poema emana de la experiencia viajera y de ese acto primordial para el poeta inmerso en la naturaleza que es el contemplar (templarse-con, decía nuestro fray Luis de León atendiendo a la radical significación de este término).

En la Poética de Basho pesa mucho el rigor de las reglas, pero más pesan las que sus discípulos y el paso del tiempo han reconocido como las reglas de conducta de su vida: la contemplación, la sobriedad que brota de la experiencia meditativa, la "quietud atenta" y la que, volviendo a sus poemas, él consideraba la regla áurea de lo mismo: la armonía. Hay pues en Basho esa profunda identificación entre lo contemplado y lo escrito, entre lo experimentado en su vagar y su literatura. El mejor fruto de ello es este libro de apariencia modesta, pero de largo alcance en su significación literaria y filosófica.

"Segundo día./Quizá encuentre flores./Madrugaré". A veces, el poema muestra engañosamente esta actitud evasiva, ese estado de ánimo tan presente en los poetas de Extremo Oriente, pero poco antes el ser humano ha temblado desde la más humana de las experiencias: "Termina el año./ Pienso en mi hogar y lloro/ como un bebé". El poeta va de camino siempre. El ser humano y Basho lo saben. Por eso, escribe en uno de sus últimos poemas: "Mundo de lluvia./En esta vida estamos/sólo de paso".