Variaciones sobre un mismo paisaje
Joaquín Marco
4 mayo, 2012 02:00Joaquín Marco. Foto: D. Umbert
Poesía secreta (1961-2004) presentó en 2010 la recopilación de la obra poética de Joaquín Marco (Barcelona, 1935) y al reseñarla en estas mismas páginas dejé dicho que se trataba de una obra desatendida. Era un buen motivo para ir corrigiendo esa anomalía y no lo es menos la aparición ahora de Variaciones sobre un mismo paisaje, libro que se lee con todo interés y placer, quede ya anotado. Una mínima semblanza del autor exige recordar la fundación de Ocnos, una deuda que los lectores de poesía y la cultura española tienen con él, su magisterio en la Universidad de Barcelona y sus publicaciones sobre la literatura española y hispanoamericana, de las que es uno de los especialistas reconocido por todos.Con título idéntico al del libro, el poema inicial pasa de hablar de "Una tierra ocre" a unos "campos invadidos por la hierba de un verde combativo". Un mismo lugar y, por la lluvia, sus variaciones. Esta idea de lo mismo que se transforma no acaba ahí. Como muestran estos poemas, también los cambios urbanos y de los habitantes de Barcelona y asuntos más personales como el de la identidad entran en el mismo juego. Los recuerdos que dan lugar a los textos hablan de haber sido niño y rememorar incluso alguna escena de la guerra española, haber vivido en una sociedad atemorizada, de haber sido un resistente y de las detenciones y la cárcel, pero también de un individuo que se enamoró y perdió a algunos de sus amigos, y es que quizá uno de los temas de este libro sea la memoria. Y con él, el paso del tiempo y saberse en una edad en la que "A punto está la noche/ de borrar los contornos", así el sujeto poético puede decir que "La memoria se ha convertido en pudridero". Hay, pues, una cierta dosis de nostalgia, y de ocaso, pero en nada la voz resulta lastimera, ahí están esos campos con "hierba de un verde combativo". Además tampoco la nostalgia desencadena el deseo de volver: "¿Volver? Jamás he de volver/ al tiempo de la llaga".
Como queda dicho, muchos de los poemas surgen de los recuerdos y la estructura de escindirse entre el que ahora recuerda y quien fue. En "El muro de Berlín", de 2003, se leía: "Por eso escribo,/ para reconocerme mañana", declaración de que la escritura de Marco responde a un imperativo moral, a un deseo de conocimiento, de reconocimiento; ¿quién he sido?, ¿quién soy? -y está claro que se trata de variaciones sobre lo idéntico- son preguntas que atraviesan sus poemas y son indagaciones que a nadie dejan indiferente y, por tanto, el lector se implica y de algún modo se ve a sí mismo leído. Los poemas incluso lo propician, al salir de la problemática del yo para alcanzar al otro: "Yo, como tú,/ el espejo de nadie"; y en ese mismo poema: "la [angustia] de nadie,/ la mía, y la que podría ser tuya, de él,/ mi sombra, nadie". Estas meditaciones dan al libro una elevada altura de significación. Si "las palabras no transforman el mundo", como se afirma, sí que transforman a quien las escribe y a quien las lee.
Esa altura, poética, se logra con una notable economía de medios. Marco mantiene en estas Variaciones un tono medio, casi coloquial con algún pasaje más lírico y el efecto es el de una voz sincera, aunque ironice, un algo a Pessoa, sobre la posibilidad de falsificar lágrimas, lo que todavía fortalece dicho efecto y habla de un verdadero saber poético.