Image: Visión de la memoria

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Poesía

Visión de la memoria

Tomas Tranströmer

4 mayo, 2012 02:00

Tomas Tranströmer. Foto: Marius Becker

Traducción de Roberto Mascaró. Nórdica. Madrid, 2012. 69 páginas, 10 euros

En 1993, cuando ya era en Suecia un poeta consagrado, Tomas Tranströmer (nacido en 1931, y premio Nobel del pasado año) publicó este singular librito, que bien podría llamarse de memoria lírica, y que se acaba de editar entre nosotros: Visión de la memoria. Algunos dirán que el libro, en ocho apartados, posee lo que se pudiera decir la prosa de un poeta, porque lo evocativo prepondera sonre lo estrictamente narrativo. Pero también es de rigor señalar que no sólo hay prosa de poeta (manera siempre rondando lo claro y lo impreciso) sino que sobre todo el librito nos narra la infancia de un poeta. Sus padres están separados y el vive con su madre, que es maestra, por lo que resulta especialmente comprensiva con un niño que ama la soledad, que tiene pocos o ningún amigo en el colegio (y en cualquier caso amigos fugaces) pero que está de contínuo interesado por saber y conocer, temas -de entrada- no especialmente poéticos. Al niño Tomas le gusta recorrer museos con animales prehistóricos, le gusta coleccionar insectos y llega a aprender a disecar mariposas...

Posiblemente no hablaba mucho, aunque era buen estudiante, pero es que (hoy lo sabe bien cualquier psicólogo) los niños con un mundo interior rico que siente no compartir ( o no plenamente) con los muchachos de su edad, son reservados y pueden parecer tímidos… La escuela era dura, y él no gozaba de la simpatía de la mayoría de los alumnos, aunque lo respetaron con cierto desdén. Quizá (por aislarse) se dirá: "Me pregunto qué ha significado para mi existencia el método de transformarme a mi mismo en trapo sin vida. El arte de ser atropellado conservando el amor propio. ¿No lo habré utilizado en exceso? A veces funciona, a veces no".

Cuando tiene nueve años (en 1940) se percata de la guerra y aunque confiesa que la política nunca le había llamado la atención, entiende que se trata de ser "pro nazi o anti-nazi" Pero su familia (sobre todo sus tíos) oyen por la noche las emisiones de la BBC en sueco, y el niño ensimismado comprende que hay que estar con los Aliados y contra Alemania, aunque tuvo un buen profesor de alemán…Encontró un libro, El martirio de Polonia, que leyó de un tirón (es una de las primeras lecturas de las que habla) y ya no hubo duda: los Aliados.

Va cambiando de escuela, a medida que avanza en sus estudios, pero las descripciones del muchacho que va creciendo, y que nos regala pinceladas de intimidad, no son muy cambiantes. Siguen siendo establecimientos ordenados, severos, pero (quizá por ello) el chico sigue encerrado en su mundo interior. ¿Tendría eso que ver con el capítulo que llama "Exorcismo" y que, en definitiva, relata una fuerte crisis de angustia depresiva? Lo pasa mal o muy mal, como es lógico. Pero calla ante los otros, y en el final adivinamos que esa temprana depresión no será la última: "De todos modos tuve esa experiencia. Tal vez la más importante para mi. Pero terminó (nos ha contado que una mañana, casi de golpe). Yo creí que era el Infierno, pero era el Purgatorio. Ya he dicho que este libro, intimista, lo que pretende, con su lirismo narrativo no extremado, es hacernos entrar en el corazón de un niño muy sensible y esencialmente solitario, en medio de la rígida educación de los colegios suecos de la época, algo menos severos con él, por ser (como adelanté) hijo de una maestra y quizá porque veía muy poco a su padre. Pero Tranströmer (tengo la sensación) nos prepara todo el tiempo para el último capítulo. El muchacho que nunca ha hablado de poesía y muy poco de literatura, al llegar a los años del Gimnasio -lo que aquí sería el fin del Bachillerato tradicional- empieza a estudiar latín ( mucho más raro para un sueco que para un español) y con esa lengua, le fascinan sus poetas, como Catulo y Horacio, pero este último -el clásico lírico por antonomasia- especialmente. Y entonces como una sorpresa (lo sería menos en paises latinos) quien acaba de empezar a escribir poesía se siente tentado "por dos formas de escritura horaciana: la sáfica y la alcaica." En una palabra, quien será un poeta moderno (y ahí nos deja) empieza como seguidor de Horacio. A mi no me parece raro. Pero Tomas concluye: "Fue algo tan ingenuo que se interpretó como sofisticado." Buen comienzo.