¿El espacio como ficción o la memoria como único espacio posible? En Dimensión de la frontera (Sevilla: La Isla de Siltolá), Álex Chico toma los recuerdos como modelo de conducta y permuta la realidad en vez de registrarla. Los lugares que lo han acogido como hombre y como lector son puntos de partida para nuevas identidades: "La condena del apátrida/ es no poder sentir/ la nostalgia del emigrante". Mallarmé, Alberto Caeiro, Holden Caulfield, son espacios; Salamanca, Central Park o la calle Menorca, poetas.

82 años de vida, 55 de obra, 16 libros: Fernando Echevarría es ambicioso, aspira a comprenderlo todo, o al menos a planteárselo todo: nuestro lugar en el universo, el sentido de Dios en la mente humana. De inspiración más virgiliana que horaciana, no hay en esta Antología poética (Torrelavega: Quálea, 2011) ni exortaciones ni admoniciones, sólo poesía: "Por eso estás en la eternidad. Donde/ siempre estuviste/ desde que en paz mirabas".

Este poeta está harto. Del tópico. De la falacia. De la poesía. Frank Báez se venga de la mediocridad que golpea primero con Postales (Torquemada: Ediciones Liliputienses, 2012), donde Anne Sexton se pone su camiseta de Iron Maiden y pelea por lo único que vale una pelea: la identidad. "No he visto las mejores mentes/ de mi generación y ni me interesa". Quien crea que existe lo intocable no ha leído poesía, o la ha leído mal, o mala. El arte es reivindicación de soberanía. Palabras que no acatan: muerden.