Poesía

Bailando en Odessa

Ilyá Kamínsky

2 noviembre, 2012 01:00

Traducción de G.A. Chaves. Libros. del Aire, 2012. 156 pp. 15 e.

Todo lo interesante, lo relevante, lo bueno, está fuera de tu comfort zone. En poesía, pero no sólo, conformarse es una forma de morir, o de renunciar a vivir. A disgusto en la comodidad de lo conocido, Ilyá Kamínsky (Odesa, 1977) se atreve. Con todo. A los cuatro años perdió el oído, pero encontró la música. A los dieciséis abandonó la URSS, y América le abrió los brazos. Para alcanzar una fama merecida, se hizo poeta. Como reto añadido, no lo hizo en su lengua materna, sino en inglés. Efecto de causas en cadena, Bailando en Odesa no sucumbe a la nostalgia, pero tampoco se ancla al desarraigo.

Demasiado joven para arrepentirse de nada, Kamínsky imagina su pasado como luz, sin la cual son imposibles las sombras: "¿Qué es la memoria? lo que hace brillar un cuerpo". Más que la vida vivida, le inspira la vida soñada.Porque la poesía es siempre un lenguaje adquirido, Kamínsky extrae rareza de su mente, particionada como un disco duro: la biografía de Ósip, de profesión ladrón de rosas, incluye una receta de sopa, a Celan las palabras le dejan en los labios "un sabor a suelo", amar a la madre "es tan simple como poner frambuesas en mi boca". Domador o instigador de lo anómalo, Kamínsky inventa sentidos nuevos, para las palabras y para el cuerpo. Bailando en Odesa o siendo poeta en América.