Tras El sueño de la muerte (2013), El sueño del amor y el anuncio de El sueño de la vida, completando así una trilogía, en la que Manuel Juliá, según ha expuesto, en "Final" del primer volumen, ha querido dar su "corazón entero", en lo que es una declaración de sinceridad. Esto supone dejar al discurso fluir para expresar la pasión de un modo que, como la lengua dice, es con el corazón en la mano. Convendrá añadir que en "Regreso", el texto introductorio de El suelo del amor, el personaje se presenta como "muerto", lo que sirve para enlazar con el libro anterior.

Juliá (Puertollano, Ciudad Real, 1954), autor de varios libros de poesía y prosa, estructura El sueño del amor en tres partes, de casi igual número de poemas cada una. Unificado el conjunto por estar dirigidos los poemas, con escasísimas excepciones, a un tú, la primera parte está dedicada a decir las delicias del amor, la vida compartida; la segunda, al final del tiempo del amor, donde el personaje que habla es abandonado por la mujer amada -"El día que me dejaste" comienza el primero de sus poemas-; y la tercera está consagrada a recoger los recuerdos de la felicidad perdida.

La vivencia del amor del personaje es absoluta y se nombra como una "ficción de eternidad", juntos los dos "no tenemos ni principio ni fin" y condiciona completamente el trabajo de la escritura: "sólo tengo letras para escribir tu nombre sin letras", lo que explica bien el estado de desolación que producirá la separación. Más, es el mundo el que se acaba y, así, el entorno es "un río seco" que "ya no puede mantener los árboles/ y el aire ya no puede mojar las hojas". Todo está en destrucción y el sujeto se presenta como un viejo.

La última parte da pie a la posibilidad del reencuentro, a la rememoración de los momentos agradables, a la memoria salvadora: "Si creo en la vida es porque me has amado". Discurso total sobre el amor que se lee con todo gusto.